9 de noviembre de 2008

DAME UNA SEÑAL

Siempre en una traducción tradicional todo mundo presenta primero la versión en inglés y luego la versión correspondiente a la castellana y en muchos casos sólo la literal. Pero ahora quiero compartir el texto de una hermosisíma canción de principios de 1970 ( o posiblemnte antes) de Brenton Wood y su relacionada al español en una preciosa versión de Roberto Jordán. Es decir, que no presento la traducción real sino el cover orginal en español que fue todo un éxito. Y para variar les muestro primero la letra en español y luego la original en inglés.
A mi en lo personal la canción me fascina mucho. Es una de las grandes de los años 70. La dedico a Valeria que cumple años el día de hoy. ¡Felicidades (Y todavía preguntas si te quiero, ¿tú de que vas?)

Si tú me quieres dame una sonrisa
si no me quieres no me hagas caso
pero si ahora tú me necesitas
lo tengo que saber
y tú mi bien una señal me vas a dar

Y sólo dame una señal chiquita
¡ay mijita! que sepa que te gusto oh sí
y sólo dame una señal chiquita
oh mi vida que tú también me amas así

Si no te gusto, no me digas nada
que tu silencio me diga todo
pero si te gusto dame una mirada
que sea la señal que bastará para saber
que me amarás

Y sólo dame una señal chiquita ¡ay mijita!
que sepa que te gusto oh sí
y sólo dame un señal chiquita oh mi vida
que tú también me amas ¡así!

Y sólo dame una señal chiquita ¡ay mijita!
que sepa que me quieres oh sí
y sólo dame un señal chiquita oh mi vida
que tú también me quieres ¡así!

Y sólo dame una señal chiquiiita, ¡uuuh vida!
y sólo dame una señal chiquita oh mi vida
que tú también me amas así
y sólo dame una señal chiquita

Y sólo dame una señal chiquita oh mi vida
que tú también me amas así.



If you do want me, gimme little sugar
If you don't want me, don't lead me on girl
But if you need me, show me that you love me
And when I'm feeling blue and I want you
There's just one thing that you should do

Just gimme some kind of sign girl
Oh my baby
To show that you're mine girl
Oh yeah

Just gimme some kind of sign girl
Oh my darling
To show that you're mine girl
All right

If you do want me, gimme little sweet talk
If you don't want me, don't lead me on girl
But if you need me, show me that you love me
And when I'm feeling down, wearing a frown
You be there when I look around

Just gimme some kind of sign girl
Oh my baby
To show me that you're mine girl
All right

Just gimme some kind of sign girl
Oh my baby
To show me that you're mine girl
All right

Just gimme some kind of sign girl
Oh my baby
To show me that you're mine girl
Oh yeah

Just gimme some kind of sign girl
Oh my darling
To show me that you're mine girl
All right

Just gimme some kind of sign…

5 de noviembre de 2008

LA MORFOLOGÍA DEL GUSTO

Aunado a que el gusto es una característica propia de los seres vivos, las preferencias o gustos son inherentes a la condición humana. Al hombre le afecta el gusto incluso antes de su nacimiento pues los padres ya piensan en el sexo que les gustaría tuviera el bebé y hasta el nombre. Los papás a veces se imaginan al hijo como un continuador de los propios gustos, predilecciones, hobbies y pasatiempos y les gustaría que de alguna forma, el futuro ser consiguiera la profesión, ocupación o logros que los papás nunca pudieron llegar a tener.

La familia, la escuela, los amigos, los compañeros de trabajo, vecinos, consejeros religiosos o hasta personajes famosos, influyen en la formación de nuestros gustos, los cuales a veces nacen con nosotros mismos, y otras se obtienen del medio social en el que nos desenvolvemos. La imitación juega un papel muy importante en ese sentido.

Para empezar podemos definir al gusto como un principio de elección que se divide en practicas (actividades) y propiedades (objetos) que determinan como somos o como quisiéramos ser y que nos hace sentir bien ante nosotros mismos o ante los demás.
Para que existan los gustos es necesario que haya bienes clasificados como de “buen” o “mal” gusto, o como “distinguidos” o “vulgares” entre otros criterios de jerarquización.

Ahora, la cosa (ente tangible o intangible) debe existir previamente antes que la elijamos pues no se desea lo que no se conoce. Aquí interviene de manera decisiva el gusto por productos (sean bienes o servicios) generados por productores cercanos a nuestra simpatía lo que permite la eficacia simbólica de la oferta y el deleite por su adquisición. Descubrir un cosa a nuestro gusto, significa descubrirse a si mismo, o descubrir lo que uno quisiera ser o donde uno quisiera estar. En ese sentido, el artista es un profesional de la metamorfosis o de la transformación, pues hace de la nada, de casi nada o de materia amorfa, una obra de arte. Él realiza de lo potencial o de lo inexistente en estética, un sentido práctico de lo hermoso, la realización de una obra bella.

La dirección negativa del gusto, es decir lo que no nos gusta, se manifiesta como rechazo o repulsión, en otras palabras en el cambio a una actividad que desvaloriza la elección del consumidor de acuerdo a una teoría del consumo. Existe la teoría pendular que afirma que las elecciones estarían sujetas a los vaivenes de la moda, por ejemplo todos necesitamos un abrigo, pero el color es optativo y surge de una elección racional que acompaña al satisfactor de la necesidad.

La identificación del consumidor con el creador del bien nos da la siguiente reflexión: hay bienes para todos los gustos aunque es probable que no haya gustos para todos los bienes. El creador de necesidades que más éxito tiene es el que logra llenar el vacío existente muy por encima de su competidor; el productor triunfante es aquel que es original y novedoso con su producto y que al final disfruta más gente, aunque no basta con buscar la diferencia para encontrarla, y a veces en un universo donde la mayoría busca la diferencia, basta con no buscarla para ser muy diferente.
La gente elige discriminando, pues no sabe lo que quiere pero sabe muy bien lo que no quiere. Es mucho más fácil decir lo que a uno no le gusta y por eliminación directa, deducir lo que sí nos gusta.

Los gustos se engendran en un sistema donde confluyen la oferta y la demanda o para ser más precisos entre objetos clasificados y esquemas de clasificación; otro criterio donde interviene la complacencia es la oposición: lo que les gusta a los jóvenes difícilmente les gusta a los viejos y viceversa, lo mismo pasa en la desigualdad de sexos. A veces los gustos nacen en los prejuicios sociales y los dominados se resisten a los dominantes, en una eterna pugna por establecer y hacer predominar los gustos propios. Pero aún en los grupos antagónicos existe la apropiación de bienes culturales ajenos que se van convirtiendo en propios de acuerdo a la escolaridad, formación profesional o incluso con la edad.

Otra característica de los gustos es la siguiente: la rareza del producto y la rareza del consumidor disminuyen en forma paralela, una muestra son los practicantes del fútbol que son mucho más numerosos que los practicantes del bádminton y van disminuyendo de acuerdo a la rareza del deporte.

Una elección siempre lleva implícita elecciones subyacentes, por ejemplo, elegir vivir en un tipo de sociedad, equivale a aceptar los gustos de esa sociedad: artefactos, ropa, cine, libros, música, vacaciones, practicas deportivas y otras formas, actividades y objetos que dejan conocer a nuestro gusto y que al mismo tiempo marcan la frontera con el gusto de los demás: “¡Ni muerta me dejaría ver con eso puesto!” dice una compradora rechazando un vestido que alguna otra persona elegiría por las mismas razones que la otra lo detesta. Un grupo humano para reafirmar su identidad inventa modas, mismas que permiten que sus integrantes sean acentuadamente distintos con respecto a los integrantes de otro grupo. Por eso es que el arte de comprar o de elegir, requiere de tanta deliberación, rechazar lo no propio, es un sistema de defensa para evitar la alineación en filas en las que no queremos estar porque no se nos antoja o simplemente por que no es de nuestro agrado o gusto.

Por ejemplo, a mi me gusta muchísimo el cine mexicano antiguo ese que es en blanco y negro, pero a mi familia y amigos, no. Y creo que mientras mas alejamiento tengan del cine de oro, más me siento priveligiado por ser de un gusto tan especial y ya casi o por muy poco, exclusivo.

Para terminar refiero parte de una canción que dice: ¡Ah como me gusta el gusto y al gusto le gusto yo y a quien no le guste el gusto, tampoco le gusto yo!