Aunque soy un seducido irremisible de la lectura, confieso que este maravilloso libro, lo compré primero en razón de su precio y vagamente después por las referencias y recomendaciones que tenía yo de este estupendo literato norteamericano. El libro, de pasta dura y de más de 600 páginas, cuesta alrededor de cuarenta pesos solamente y es una magnífica inversión, (un verdadero regalo, diría yo), dado su contenido y escencia tan singular.
El grupo editorial Tomo, lo publicó en una vasta colección de Autores Selectos, con el nombre de Extraordinay Tales, The Narrative of Arthur Gordon Pym of Nantucket y Tales of the Grotesque and the Arabesque, con una muy buena traducción castellana.
Se trata de una cuidadosa antología de veinticuatro cuentos cortos y el poema “El Cuervo”, escritos con la pluma sabia, culta, inteligente, mágica y llena de imaginación de Edgar Allan Poe.
El escritor bostoniano, nació el 19 de enero de 1809, y a los seis años de edad, viajó con su tío, -de quien tomó su apellido-, a Inglaterra para educarse.
En 1820 regresó a Estados Unidos, donde fue expulsado de la Universidad de Virginia y de West Point. Fue redactor del Southern Baltimore Mesenger y de varias revistas de Nueva York y Filadelfia, en las cuales realizaba crítica literaria punzante, sarcástica e ingeniosa. Se casó con su sobrina Virginia Clem que para entonces tenia 13 años de edad.
La figura agigantada de Allan Poe, fue desde su tiempo, reconocida como una de las más influyentes en los círculos literarios, si bien murió casi olvidado el seis de octubre de 1849, tras una convulsión de Delirium Tremens, pues era alcohólico.
Poe es un creador de narraciones de misterio y horror, no superadas aún en su género.
Se dice que Allan Poe, es el creador de la novela policíaca. Además cultivó el periodismo, la crítica y la filosofía. Entre sus poemas destacan “Las campanas” y “El durmiente”.
Nuestro admirado escritor, ya había reunido en dos volúmenes sus “Cuentos extraordinarios” en 1840 y 1845 respectivamente, los cuales destilan inventiva y morbidez, escritos llenos de ritmo e impecable construcción literaria. Entre las líneas de sus relatos, nos deja ver a un prosista (aunque el quiso ser poeta), bien informado que sabia de medicina, náutica, literatura, historia natural, botánica, zoología, química, numerología, simbología, filosofía, geografía, y hasta de astronáutica.
Allan Poe, es audaz, propositivo, enriqueció la lengua al incluir palabras poco usuales como “hético”, “bivalvo”, “escabel” y muchas otras que hacen que de su lectura deriven entretenimiento, aprendizaje y reflexión entre otros muchos beneficios espirituales que su obra nos arroja, afortunadamente.
El libro tiene momentos tan insuperables como este: “No intento establecer una relación entre la causa y el efecto entre la atrocidad cometida y el desastre, estoy muy por encima de esta debilidad”; o el inmejorable: “Aún en las obras visibles de Dios nos es imposible comprenderlo ¿cómo habríamos de comprender los pensamientos que dan vida a sus obras? Ni siquiera lo entendemos en sus criaturas ¿cómo entenderlo en sus motivos esenciales y en las etapas de su creación?”.
De verás vale la pena leer esta colección y yo por lo pronto, la ubico como uno de los mejores y más interesantes libros que he leído en toda mi vida. Y en fin, como dice mi muy disfrutable escritor, [que por cierto es citado en la canción “Soy la morsa” (hombre, deberías haberlos visto patear a Edgar Allan Poe”) de Los Beatles. Además de que su efigie está inmortalizada en la portada multicolor de otro disco del Cuarteto de Liverpool: El Sargento Pimienta”]: “Convencido yo, no deseo convencer a nadie más”.
11 de junio de 2008
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