La cabecera municipal
de Pachuca, la ciudad llamada oficialmente: Pachuca de Soto, se encuentra
dentro de una zona metropolitana que colinda con otros núcleos poblacionales
que comparten algunas similitudes y problemáticas urbanas – debidas entre otras
circunstancias a la cercanía geográfica y los servicios públicos que requieren
cotidianamente-, esto es visible en sus colonias, barrios, comunidades, rancherías
y ejidos. Precisamente esta contigüidad física es lo que hace a la distancia,
nada fácil distinguir la división política entre un municipio y otro. El caso
más emblemático es el municipio donde está asentada la capital del estado, en
relación con Mineral de la Reforma.[1]
Estos núcleos
conforman una de las tres zonas metropolitanas con las que cuenta nuestra
entidad[2]; su
rango demográfico oscila entre 500 mil y un millón de habitantes, lo que la
ubica dentro de las 30 primeras zonas metropolitanas con mayor densidad de todo
el país. Los municipios colindantes son: al norte Mineral del Chico y Mineral del Monte; al sur Zempoala y Zapotlán de Juárez; al este Mineral
de la Reforma y Epazoyucan, y al oeste San Agustín Tlaxiaca. Estos municipios
comparten, como ya se dijo, algunos inconvenientes
comunes como el transporte público, servicios básicos y seguridad.
De acuerdo a algunos
datos del Consejo Nacional de Población (CONAPO), el Instituto Nacional de
Estadística Geografía e Informática (INEGI) y la Secretaría de Desarrollo
Social (SEDESOL, Pachuca tiene una constante tendencia de crecimiento
poblacional, debido entre otras circunstancias a la migración, tanto citadina
como rural, en el primer caso se dio básicamente desde los sismos de 1985, cuando mucha gente
de la Ciudad de México y del Estado de México, decidieron adquirir viviendas en
Pachuca, preferentemente en la parte sur de la capital hidalguense, (se decía
que la Bella Airosa, era la provincia más cercana a la gran metrópoli). En lo
referente a la población rural, muchas personas, primero hombres y mujeres, y después familias,
decidieron cambiar de residencia en busca de mejores oportunidades, tanto en el
ámbito laboral, como educativo.
El municipio tiene
una tasa de crecimiento del 0.9 % (y una densidad media de 86.4 habitantes por km
cuadrado). Pachuca tiene 267,862 habitantes y los años promedio de escolaridad entre
sus moradores es de 13.946; lo que nos arroja un alto índice de desarrollo
humano, en relación a otros municipios hidalguenses.
De hecho, la
población menor a los 18 años de edad en todo el estado de Hidalgo, equivale a
poco más de un tercio: 35.9%, cifra no muy distante de la que corresponde a la
mediana de Pachuca. Por otra parte, casi un niño de diez años, es indígena o de
origen indígena. Y de éste rango, las niñas son más susceptibles de carecer de
algunos aspectos tan importantes como la atención sanitaria. En visitas y
entrevistas a enfermeras y trabajadoras sociales de centros hospitalarios[3], se
percibió el alto número de niñas de alrededor de catorce años que están
embarazadas o que ya tuvieron un bebé.
Existen algunas
colonias donde la población vulnerable, -niñas, niños, adultos mayores y
mujeres-, corre más riesgo de sufrir de marginación, especialmente en lugares donde
la delincuencia, pandillerismo, violencia familiar, inequidad de género,
desigualdad en el trato a personas con discapacidad, la pobreza y adicciones, es más probable que se cultiven
o que se presenten debido a la marginación educativa, económica y social.
Muchas veces también tiene que ver con lo dificultoso que resulta el acceso a
barrios altos como los ubicados en las partes últimas del cinturón de
seguridad.
En trabajo de campo,
hemos detectado que colonias como La Raza, Felipe Ángeles, La Loma y otras, son más susceptibles de
padecer de alguna forma, marginación o separación social.
Por el análisis de
los datos mostrados en la introducción, creemos que es necesario fortalecer
sobre todo en la población estudiantil de nivel básico y medio, programas y
acciones de carácter cultural, como complemento a su educación formal
estandarizada, tales como visita a museos, elaboración de talleres pedagógicos,
actividades lúdicas didácticas, integración con su comunidad a través del
conocimiento de costumbres y tradiciones y un gran ejemplo de esto es que los
niños conozcan la diferencia entre una ofrenda o altar de muertos que es una
ancestral práctica sincrética que tiene origenes prehispánicos, respecto al Halloween. Es muy diferente la
celebración de los fieles difuntos a un concurso de disfraces orientados al
terror. El día de muertos en Pachuca se vive como una fiesta multicolor, lo
mismo pasa en las diferentes regiones de Hidalgo, como la zona Tepehua, el
Valle del Mezquital o el fascinante xantolo de la Huasteca. En trabajo de
campo, también detectamos que es más común, hacer una fiesta de Halloween en
las primarias particulares de Pachuca, que en las públicas. Es notoria la
importación de modelos extranjeros respecto a los mexicanos.
Las expresiones
artísticas encaminadas a estos fines, también son de gran ayuda: literatura,
(Narraciones, leyendas, cuentos), Música (Huapangos, entre otros), y en fin, actividades que consoliden la identidad de
niños y adolescentes. Las dinámicas recreativas y el deporte también son
coadyuvantes. Desde luego la revisión y actualización jurídica, relacionada a
los derechos de este sector tan importante, es oportuna y necesaria.
Lo anterior forma
parte de la inclusión que va aparejada para mitigar o eliminar la marginación
social entre la población infantil y juvenil. Creemos que no sólo debieran
hacerse acciones dirigidas específicamente a este grupo poblacional, sino
además llevar a cabo proyectos o programas que circunscriban a toda la familia,
pues ésta es el valor más importante para contar en un futuro no muy lejano, a
mejores ciudadanos, que se sientan orgullosos del pasado, pero también de la
modernidad que nuestro municipio convida. Sería muy interesante combinar de
alguna forma la tecnología actual, con los grandes momentos históricos que
nuestra vieja ciudad minera nos obsequia a todos los que vivimos aquí.
[1] Lo mismo pasa en otras zonas metropolitanas como Guadalajara o
Monterrey, donde algunos de sus municipios colindantes, tienen un menor grado
de marginación, como San Pedro de los Garza (o Garza García), Nuevo León. En
este caso, Mineral de la Reforma tiene mejor nivel de vida que Pachuca, sobre
todo por el número de colonias, vialidades y contribuyentes.
[2] Existe otra, Tizayuca, pero esa queda dentro de la zona metropolitana
del Valle de México.
[3] El caso del Hospital General de Pachuca.