Los que de verdad me conocen, saben que soy muy
poco dado a presumir. En este caso, más que presumir, me siento muy orgulloso y contento al
saber que conozco más del 95% de los municipios que conforman nuestra entidad.
Yo soy orgullosamente hidalguense y privilegiadamente pachuqueño. Casi no hay
ninguna maravilla natural o cultural que no conozca del estado de Hidalgo. Soy
un hombre errante y me encanta fotografiar todo lo que veo. Es verdad, me
faltaba conocer en una crudita,
un templo maravilloso: Santa María Xoxoteco y sus inigualables pinturas
murales.
La iglesia en realidad es una capilla por lo pequeño, pero que
resguarda en sus muros, un incalculable valor patrimonial, que gracias a Dios
ha sido protegido por el tiempo y principalmente por el vandalismo humano.
No pretendo aquí, (como nunca lo he intentado
en todos mis escritos), descubrir el agua tibia ni aportar datos nuevos. Sería absurdo. Verdaderos especialistas se han dedicado al estudio y análisis del
contenido artístico, cultural e histórico que tienen estas maravillosas pinturas con toda seriedad y profesionalismo.
El arquitecto español Benito Artigas con
su “La piel de la arquitectura y el doctor Arturo Vergara con su “Las
representaciones del infierno en las capillas agustinas del siglo XVI en el
Estado de Hidalgo”, han
descrito de forma magistral el significado de las pinturas murales que son
únicas en Hispanoamérica, de verdad que ya es mucho que decir. La obra
pictórica pertenece a la tradición de diseños europeos renacentistas
interpretados y ejecutados por los tlacuilos o pintores indígenas, entre el
imaginario, casi loco se aprecia: La creación del mundo, con imágenes de Adán y
Eva y la tentación del pecado original. El Juicio final. Los castigos
infernales, con indígenas torturados por animales mitológicos o demonios. Los castigos terrenales, con encomenderos que
castigan a los indígenas. Escenas de pecados y malos comportamientos de los
indígenas susceptibles de castigos. Da para muchisimo este estudio que yo, solamente
copio y resalto.
Mi reflexión es que admiro la fantástica forma
de ilustrar a los ignotos de los temas de la evangelización que por cierto tuvo
mucho éxito. Por suerte esta capilla fue protegida con cal hasta su
descubrimiento profesional. Y casi nadie lo sabe, pero en Hidalgo tenemos este
gran legado artístico,- patrimonial-, del siglo XVI. Creo que son las pinturas
policromadas más importantes de todo el siglo XVI de toda Hispanoamérica. Y
para su protección, no hay ni siquiera un uniformado que resguarde ese tesoro
ancestral. De hecho todos somos policías que resguardamos ese tesoro tan
antiguo. Pero exijo que haya un custodio de tan valioso enjambre mural.
Una vez vi que unos arqueólogos al salvar o
estudiar un sitio prehispánico, aquí mismo en Hidalgo, después de los registros
y demás protocolos, se decidió por norma jurídica, enterrar todo lo
descubierto. Creo que es mejor, si el pueblo ignorante de su valor, pretende
grafitear la grandeza histórica de México, es mejor enterrarla. Esta propuesta
la hago para todos los actores responsables, ciudadanos, clero, y los tres
niveles de gobierno. Ojalá le echen una mirada a esta maravilla cultural única en
América Latina. El deber de todos es protegerla.