31 de agosto de 2015

HOMBRE ERRANTE EN XOXOTECO


Los que de verdad me conocen, saben que soy muy poco dado a presumir. En este caso, más que presumir, me siento muy orgulloso y contento al saber que conozco más del 95% de los municipios que conforman nuestra entidad. Yo soy orgullosamente hidalguense y privilegiadamente pachuqueño. Casi no hay ninguna maravilla natural o cultural que no conozca del estado de Hidalgo. Soy un hombre errante y me encanta fotografiar todo lo que veo. Es verdad, me faltaba conocer en una crudita, un templo maravilloso: Santa María Xoxoteco y sus inigualables pinturas murales. 


La iglesia en realidad es una capilla por lo pequeño, pero que resguarda en sus muros, un incalculable valor patrimonial, que gracias a Dios ha sido protegido por el tiempo y principalmente por el vandalismo humano.
No pretendo aquí, (como nunca lo he intentado en todos mis escritos), descubrir el agua tibia ni aportar datos nuevos. Sería absurdo. Verdaderos especialistas se han dedicado al estudio y análisis del contenido artístico, cultural e histórico que tienen estas maravillosas pinturas con toda seriedad y profesionalismo. El arquitecto español  Benito Artigas con su “La piel de la arquitectura y el doctor Arturo Vergara con su “Las representaciones del infierno en las capillas agustinas del siglo XVI en el Estado de Hidalgo”, or  de la arquitectura teco ecir.gnificado de añol Benito Artigas y el anca ni aportar datos nuevos. (Tengo la fortuna de conocer a ambos). Serus muros un incalculhan descrito de forma magistral el significado de las pinturas murales que son únicas en Hispanoamérica, de verdad que ya es mucho que decir. La obra pictórica pertenece a la tradición de diseños europeos renacentistas interpretados y ejecutados por los tlacuilos o pintores indígenas, entre el imaginario, casi loco se aprecia: La creación del mundo, con imágenes de Adán y Eva y la tentación del pecado original. El Juicio final. Los castigos infernales, con indígenas torturados por animales mitológicos o demonios. Los castigos terrenales, con encomenderos que castigan a los indígenas. Escenas de pecados y malos comportamientos de los indígenas susceptibles de castigos. Da para muchisimo este estudio que yo,  solamente copio y resalto.


Mi reflexión es que admiro la fantástica forma de ilustrar a los ignotos de los temas de la evangelización que por cierto tuvo mucho éxito. Por suerte esta capilla fue protegida con cal hasta su descubrimiento profesional. Y casi nadie lo sabe, pero en Hidalgo tenemos este gran legado artístico,- patrimonial-, del siglo XVI. Creo que son las pinturas policromadas más importantes de todo el siglo XVI de toda Hispanoamérica. Y para su protección, no hay ni siquiera un uniformado que resguarde ese tesoro ancestral. De hecho todos somos policías que resguardamos ese tesoro tan antiguo. Pero exijo que haya un custodio de tan valioso enjambre mural.



Una vez vi que unos arqueólogos al salvar o estudiar un sitio prehispánico, aquí mismo en Hidalgo, después de los registros y demás protocolos, se decidió por norma jurídica, enterrar todo lo descubierto. Creo que es mejor, si el pueblo ignorante de su valor, pretende grafitear la grandeza histórica de México, es mejor enterrarla. Esta propuesta la hago para todos los actores responsables, ciudadanos, clero, y los tres niveles de gobierno. Ojalá le echen una mirada a esta maravilla cultural única en América Latina. El deber de todos es protegerla. 


19 de agosto de 2015

MUSEO DE SITIO, LA DIFICULTAD, REAL DEL MONTE


El llamado Centro de Interpretación y Museo de Sitio de la Mina Dificultad, es el espacio museal más asombroso -por mucho-, de los que he visitado recientemente, no porque todavía sea un museo vivo en el sentido más amplio de la palabra, pues hoy día realiza algunas labores propias del fantástico, temerario y fascinante mundo de la minería, sino porque también es un gran centro de aprendizaje y un encuentro total para una enorme sacudida emocional e histórica para todos. No sólo es lo didáctico lo que mueve las fibras del visitante, (aderezado todo con los múltiples relatos espeluznantes que nos cuentan en torno a la actividad extractiva).


La reflexión más sorprendente y estremecedora que obtengo de esta visita, (complementada desde luego con muchísimas lecturas), es que, el pescador –por ejemplo-, arriesga su vida por conseguir alimento para sí, su familia o la comunidad. Lo mismo pasa con otras muchas empresas. Pero la minería en particular es sumamente arriesgada y casi siempre mortal. La única intención que persigue la minería es arrancarle a las entrañas de la tierra –la madre que abraza amorosamente  a sus hijos o hermanos-, algunos minerales que por lo escaso y bello, son altamente cotizados entre la sociedad, esa que que vive arriba de los túneles (obscuros, silenciosos y pocas veces, amigables), esa sociedad rica que camina elegantemente cientos de metros arriba de ellos y que usa los minerales extraidos para respaldar monedas o para hacer objetos de ornato como pulseras o collares que sólo una gran persona superficial puede usar, acaso de adorno, pero básicamente para denotar su poder económico. Su vanidad en la alhaja puede brillar por el oro, pero también por la mucha sangre que los gambusinos dejaron en su pico y pala emocionados.

Reitero que este museo industrial me asombró mucho, particularmente por la gigantesca maquinaria que en muchos casos todavía es útil y sobre todo porque nos permite visualizar el cambio trascendental de la energía primitiva (la realizada por seres humanos o animales de tiro), a la era de vapor y ahora a la de la electricidad y probablemente dentro de poco, a la de otras fuentes de energía que la tecnología evolutiva permite deducir.

Acaso 500 gramos de oro o plata, significa mucho más que la salud y vida de cientos de mineros, también significa una inversión más que cuantiosa para su extracción. Sobre todo, admira mucho, la tenacidad e inteligencia del ser humano para arrebatarle al subsuelo algunas partículas o piedras que le son propias.
La minería se me hace, una de las actividades más peligrosas, difíciles e ingeniosas que el hombre ha intentado. Sobre todo aquella dirigida al estatus de poder y economía, pues hay otros minerales que son necesarios para el desarrollo de las tecnologías, y de estas, ni hablar.

Desde la minería prehispánica a la colonial, hasta llegar a la contemporánea, se queda uno atónito de pensar en todo lo que ha pasado en tantos siglos. 
La ciudad de Pachuca por ejemplo, existe en buena medida, gracias a sus riquezas subterráneas.

Ahora es común llamarle a todo el mundo o las cosas que conviven cotidianamente en la ciudad como “tuzo”, pero en realidad, esa palabra connota mucho más que trabajar bajo tierra. Significa todo un estilo de vida. Es un reflexionar ante todo lo que religiosa, política, económica y socialmente representa esta tarea tan legendaria, temeraria y maravillosa. Ser minero significa valor, entrega y arte.¡Cuántos hemos comido y seguiremos comiendo directa o indirectamente de ello!

Real del Monte tiene cuatro museos, todos muy bellos, pero este, aunque no se puede bajar a los distintos niveles que tiene, (700 metros, según dijeron), me parece el más impactante y hermoso. Los invito a que lo conozcan. Abajo todo está conectado por túneles y no estaría mal habilitar un tren subterráneo que haga viajes turísticos, o reactivar el funicular.

No por nada, Nueva España fue el principal productor de plata de todo el virreinato y el distrito minero de Pachuca y Real del Monte, es el más cercano a la capital y uno de los más importantes del mundo.

Hay anécdotas como esta de que la chimenea de la mina Dificultad se llama chacuaco y de ahí nació la frase para el que consume muchos cigarros de que, “fuma como un chacuaco”, o la otra de que: “tiene mucha pachocha”, en referencia a que Pachuca era sinónimo de riqueza. La plata de aquí era de la mejor calidad en el mundo. No me extrañaría nada si en Asia, África o Australia, circularan ahora  mismo monedas o piezas de joyería, cuya plata u oro, fueron arrancados del manantial lleno de venéreos que estaban reposando su eternidad aquí en nuestros cerros y montañas, esos minerales brillosos descansaban aquí sin molestar a nadie, antes de que la ambición humana despojara a la hermana tierra de sus componentes. Eran las mandarinas con las que los duendes jugaban.

Gracias a Dios no, gracias a los metales preciosos, es que México fue conquistado. Donde no hay oro, no hay evangelización. A cambio de quitarle a la tierra lo que era suyo, le hemos entregado a ella, miles y miles de seres humanos. No fue un cambio justo, pero fue un cambio al final.

Cabe añadir que el extra, es que el museo cuenta con una extraordinaria litoteca que resguarda minerales exóticos de muchísimas partes del mundo, que verdaderamente es imperdible.