Intercambiando ideas con mi amigo Carlos Torres, quien es un melómano como yo, o probablemente más que yo, o mejor dicho, ¿quién soy yo para saber eso?, me comentó algunas anécdotas de sus principios, para conseguir música, pues Carlos de adolecente vivía en un hermoso poblado de la sierra hidalguense llamado Otongo, el lugar está habitado porque es rico en yacimientos y una empresa minera se estableció ahí para su explotación, naturalmente se abrió una escuela para los hijos de los empleados. Pero no había nada más. Carlos captaba estaciones de radio, que era su manía favorita, -a veces de la forma más extraña-, seguido iba con otro amigo a un cementerio que estaba en lo alto de una loma de otra comunidad para lograr sintonizar estaciones de radio con una grabadora portátil, y con ello poder grabar algunos casetes de música. Ese lugar era elegido a propósito, pues como estaba despoblado, y en lo más alto, -y sobre todo en las noches cuando el tráfico de ondas hertzianas disminuye-, pues era más probable conseguir música rara. Así comenzó él con su estudio por las canciones no cantadas en español y ahora es un sobresaliente catedrático universitario de inglés. Lo cierto es que Carlos es una enciclopedia viviente y a él le debo mucho de material Beatle que tengo.
La radio tiene una
importancia infinita y desde luego que es un medio que no adormece la
inteligencia humana como la televisión.
Así, por este medio
electrónico, conocí a Lorena a principios de los años 90, ella, para escuchar
mi programa de radio Concierto Beatle, que en ese tiempo se transmitía los
sábados en la tarde, se subía a su azotea con su radio portátil, para dirigir
su antena a Pachuca, ella vivía en Actopan, y después de eso, nos conocimos.
Ellos, como muchos otros, hemos
hecho cosas inverosímiles, para conocer más allá de nuestras fronteras
naturales. La música es el mejor vehículo para atrapar otras perspectivas. Desde
luego que ahora con el internet, todo eso ya quedó en el pasado.
Yo, como casi cualquier
melómano de mi época, conocí mucha música de distintas fuentes: el cine, los
pocos discos que tenía mi familia, las canciones que cantaban los abuelos o los
amigos, pero sobre todo, la conocí a través de la radio. Yo sin radio no podía
vivir y lo escuchaba a todas horas. Verdaderamente he escuchado infinidad de
canciones y melodías.
Recuerdo que en mis años de
primaria a la hora del recreo, nuestro director nos ponía como música de
ambiente, muchas piezas tradicionales que escuchábamos mientras jugábamos. La
que más se me quedo y hasta la fecha la sigo considerando una obra de arte, es
la “Marcha de Zacatecas”.
En la vecindad donde
vivíamos allá en Toluca, había un señor fascinado por la buena música, era de
los vecinos con más dinero, pues tenía una tlapalería, su esposa tenía todo su
corredor lleno de macetas con hermosas flores y él tenía colocadas en lo alto, unas
bocinas que daban al patio central intencionalmente, así que todos oíamos sus
preferencias musicales. De ahí aprendí a valorar algo de música clásica,
zarzuela y otros géneros, creo que sus artistas favoritos eran Los Churumbeles
de España, todavía me sé la letra de varias de sus canciones.
Mi primer año de primaria, -antes
de que me llevaran a Toluca-, lo cursé en la escuela Bartolomé de Medina, de
Pachuca, justo en el Barrio donde nací; Cubitos. En ese entonces mi abuelita, -mientras
nos vestía y nos daba de desayunar, a mi hermana y a mí-, ponía una estación
(creo que era la XEW), donde pasaban canciones infantiles de las cuales no les
encontraba mucho sentido entonces, pero ahora al redescubrir la letra, me
parece que tenemos a un autor de la altura de los más grandes compositores de
todos los tiempos: Gabilondo Soler, Cri Cri.
Ya más grande, mi hermana
que era una apasionada de la música juvenil, escuchaba todas las estaciones de
moda, especialmente Radio Mil, en donde conocí un sinfín de canciones de moda y
otras más “viejitas”, en el programa “Las inmortales”. De ahí me enamoré de
Camilo Sesto, Roberto Carlos y muchísimos artistas más. Tengo una colección muy
considerable y completísima de la revista Notitas Musicales. Mi mamá en
contraste, prefería la siguiente estación del cuadrante que era Radio Centro,
la cual pasaba algunos éxitos, pero su fuerte era la balada romántica. Ahí
conocí un ejército de canciones, particularmente de tríos que hasta la fecha me
gustan mucho. Desde ahí empecé a perfilar y sobre todo a afinar mi gusto y
pasión por la buena música. Más adelante, el esposo de mi abuelita Lola, quien era
un fan de las polkas, el mariachi, las norteñas y en general de la música
mexicana, tenía muchos discos que ponía a todas horas. Fue cuando consolidé mi
gusto por el danzón y por el mariachi. Ya el danzón, al que tanto amo, lo
descubrí en las películas mexicanas del siglo de oro, (que es mi otro fuerte). Todavía vibro cuando escucho un buen danzón.
Ya por mi cuenta y sin
influencias de segundas o terceras personas, comencé a escuchar Radio Éxitos,
ahí conocí todo sobre Los Beatles de los que me volví el coleccionista,
estudioso y seguidor número uno. Pero también conocí y disfruté mucha música de
mis tiempos que fueron los años setenta y algo de los años ochenta. Al mismo tiempo me volví un gran bailarín de
música disco. Yo inventé muchos pasos. Pero paralelamente, o desde un poco
antes, cultivé el baile de la llamada entonces música tropical: cumbia, mambo, chá
chá chá y la famosa “charanga pesada”, (así le decía yo, en alusión al rock
pesado). Como ya dije en otro ensayo, iba yo cada sábado a buscar bailes en los
diferentes salones de mi ciudad y a veces en otras. En definitiva la música de
mi época, fue la disco, sobre todo en la prepa, la música ochentera como tal,
nunca me llegó a gustar del todo. Radio éxitos se convirtió en otra bellísima
estación de música esencialmente de boleros y que programa a mi admiradísima
Sonora Matancera y sus cantantes: El Fonógrafo, música ligada a su recuerdo,
entre muchos otros claro.
Regresando a la banda de Amplitud
Modulada, cuando yo de niño trabajaba en una fábrica de dulces en Toluca, mi
patrón ponía Radio Mundo, la cual también me encantaba. De hecho, me gustaba
sintonizar el radio por las noches porque agarraba estaciones bien raras,
algunas hasta en inglés. Esto cuando la estación local de radio de Toluca
terminaba sus transmisiones a las siete de la noche con el famoso tema de “El
día que llegaron las lluvias” lo cual era harto triste y me daba mucha
nostalgia. Esa estación era el equivalente a la XEPK de Pachuca, la cual comenzó
a transmitir en el Edifico Reforma que estaba a un lado del Reloj Monumental,
aunque a mí me gustaba mucho más su hermana: XERD Radio Pachuca, transmitía
boleros deliciosos y ahí también conocí bastantes canciones bonitas, como las
de Xavier Passos o La Luz Roja de San Marcos, entre otras muchas otras. Todas
las estaciones tienen una identificación oficial que a veces la visten con un
jingle para hacerla más pegajosa. Creo que el de Radio Pachuca es el que más me
ha gustado de todos, ya es decir, porque el de Radio Mundo, por ejemplo, ¡era
hipnótico!
En AM, existía la hora de
los Creadence Clearwater en Radio Capital, o su famoso programa llamado “Cara a
cara”, que eran concursos donde se enfrentaban dos canciones o a veces tres, la
gente votaba con llamadas y la canción que más votos obtenía, era la que se
ponía al aire. ¡Era emocionante! Casi siempre ganaban Los Beatles. La
competidora de las anteriores era Radio 590 La Pantera, yo la escuchaba a todas
horas y me encantaban sus locutores. Recuerdo que una vez hicieron un maratón
de Los Beatles. Todas las rolas, sin excepción me estremecían: “Me haces sentir
con ganas de bailar”, “Si señor puedo bailar”, y cinco mil canciones más de
todos los artistas de la época. Un tiempo le cambiaron el concepto a la estación,
pasaban música retro y se llamaba Radio Alicia. Por ese tiempo también
escuchaba todas las noches los partidos de béisbol, mi deporte favorito,
algunos eran narrados por el “Rápido Esquivel, entre otros”.
Yo me sabía la ubicación de
todas las estaciones en la banda, desde Radio Chapultepec, (su eslogan era: La
primera del cuadrante), hasta Radio Universal, (su eslogan era: En la parte más
alta de tu FM).
En FM, existían Radio Hits,
y Estéreo Joya (la ponía mi mamá, pero a mí me gustaban algunas canciones),
luego Sono Mil 101 más tarde Rock 101. Aprendí enormemente de Radio Universal.
Pero definitivamente, la
estación que más me ha enloquecido y que ahora, al escuchar estos fragmentos de
radio, simplemente se me erizó la piel y se estrujó mi corazón de radíofilo a
todo lo que da. Se trata de Radio 6 20, La música que llegó para quedarse. Para
mí la mejor estación que ha tenido nuestro país, o que tuvo, porque ahora ya no
es lo mismo. Yo la escuchaba a todas horas y su inmensa e infinita discoteca
enriqueció completamente mi cultura musical. Conocí y admiré canciones en
varios idiomas, particularmente en italiano, que ha aportado al mundo musical,
verdaderas joyas insuperables.
Recuerdo todos sus
programas, claro que el que más me gustaba era “El Directorio”, pero también
“Las que llegaron al Hit Parade”, “Las grandes bandas”, Gracias por los
recuerdos”, y tantos y tantos otros.
Y sin duda, mi locutor
favorito era (y sigue siendo), don Armando Rascón Salmón (“Cabecita de algodón”,
como el mismo se decía. (QEPD). Su voz además de hermosa, era institucional,
emotiva y, simplemente, formó parte de alguna etapa importante y prolongada de
mi vida.
6 20 es la estación pionera
en cuanto a música moderna o juvenil de su momento. Ha tenido grandes
exclusivas y casi todo lo que yo soy en el sentido musical, se lo debo a esa
querida estación, por ejemplo ahí conocí la canción de Nana Mouskouri: “A mitad de mi historia”, que es una belleza
plena y poco comercial.
Encontré estos segmentos en YouTube,
lo cual me hizo recordar todo lo que dije. Grandes momentos sin duda, en muchos
años de mi vida.
Toda evoluciona y para mí es
muy difícil encontrar ahora, alguna estación que me subyugue como antes.
Prefiero mis discos.