SE ESTÁ HACIENDO DIFÍCIL SER ALGUIEN
(ROCK-EROS MEXICANOS)
“Se está haciendo difícil ser alguien, pero esta bien. Eso, a mi, no me importa mucho”.
Creo que nunca antes esta frase de John Lennon, ha tenido tanta aplicación cierta, como ahora, en nuestros azarosos días.
Vivimos en un mundo distinto, moderno, cambiante, aunque no estoy completamente seguro, que sea el mejor que haya existido jamás.
Es verdad que en cada momento del pasado han existido sociedades que han destacado, unas con respecto de otras.
Sin embargo, cada una de ellas ha tenido sus propias particularidades e individuos connotados, -producto de las mismas-, que han representado en cierta forma algún estado de ánimo, de la humanidad entera.
Así llegamos a la actualidad, donde se están perdiendo algunos matices del cuadro poli cromático que era el planeta con sus distintas, identidades, creaciones sociales y manifestaciones culturales.
La dictadura de las monedas fuertes, la voluntad de las economías desarrolladas, y la pretendida globalización, han incidido, entre los diversos pueblos en materias tan dispares como la política, religión, lengua, costumbres, estética y filosofía.
Estos desencuentros han originado entre los hombres de hoy, ciertos desencantos y en algunos otros, cierta rebeldía, que se ve reflejada en los distintos aspectos del arte y, de manera muy particular, en la música.
En México han despuntado diversas expresiones artístico-musicales, que culminaron en el llamado rockmex o rock mexicano.
Son muchas las plumas que han discurrido en estos resbaladizos terrenos, muchos los pensadores y muchos los productores del rock que por llamarle con algún eufemismo, diríamos que es algún modo de contracultura.
Aun con todo, en esta ocasión me quiero referir a un estupendo trabajo de Violeta Torres Medina titulado Rock - Eros en concreto, Génesis e historia del rock mex publicado en la Colección Divulgación del Instituto Nacional de Antropología e Historia en 2002. La autora, además de conocer la sociología de la música mexicana, es flautista y musicóloga.
De niña asistió al Festival de Avandaro y a partir de entonces tuvo acercamiento con numerosos géneros musicales, hasta que conoció en los bares alternativos de Alemania, el punk.
Ya en América, en San Francisco, conoció a Carlos Santana, y en México se dio de alta en el Conservatorio Nacional.
El texto de Torres, sumamente didáctico, ameno, contagioso, divertido, y reflexivo, tiene muchas citas de roqueros como esta del vocalista de Juguete Rabioso, “Cuando éramos chicos a las chavas les gustaban los más grandes, luego fuimos más grandes y a las chavas les gustaban los músicos del rock, y ahora que somos músicos de rock, las chavas prefieren a los Caifanes”.
Las citas no acaban en los roqueros, Torres también trae a colación a escritores tan distinguidos como Carlos Monsiváis o a José Agustín: “A finales de los sesenta y principios de los setenta se vivió la era de las distribuciones, del alcohol, de los jipitecas [hippies mexicanos] de la marihuana y los experimentos con LSD; de los hongos alucinógenos, del peyote, de las anfetaminas y los inhalantes; empezó la era de los nuevos profetas como Los Beatles, los Doors, los Rolling Stones, Who, Janis Joplin y Jimi Hendrix quienes resultaron ser los maestros de la perceptiva amorosa y de los hábitos sexuales”.
El estudio antropológico urbano (hecho principalmente en la ciudad de México), de Violeta Torres también dilucida de manera abierta, franca y desenfadada el movimiento feminista y la organización lésbica y homosexual; todo con apuntes políticos de los gobernantes o influyentes en turno, y el rol que ha jugado la mujer y hombre en la sociedad.
El divertido desarrollo de estas décadas, está aderezado por la autora al señalar las diferentes publicaciones que se han editado en México, los bares, y otros centros nocturnos de entretenimiento y los programas de radio que han dejado huella por su temática.
Al hablar del rock ingles apunta: “En esos años, el rock se hizo más libre y elástico se extendieron las formas musicales con la libre improvisación. Las temáticas de los textos contenían asuntos socio-políticos”.
Luego describe una larguisima lista de clásicos como Emerson, Lake and Palmer. King Crimson, Roxi Music, Gratefull Dead, Velvet Underground, The Clash, Ramones y muchísimas lumbreras más.
Otro capítulo aborda el rock and roll, sus fuentes, su extensa bibliografía y una no menos cuantiosa hemerografía entre las que recordamos a revistas como Teen´s, Juventud 70, Ídolos del Rock, Hit Parade, México Canta, y Notitas Musicales, amen de muchas otras revistas subterráneas como Yerba y Dimensión.
Torres también trae a cuenta la política cultural de la ciudad de México, que impulsó o permitió ciertos talleres de análisis y foros de expresión musical, como el Coloquio de Cultura Dark, realizado en el museo universitario del Chopo en 1996, entre otras muchas mesas de música, poesía y literatura relacionadas al rock.
En otro párrafo, la autora trata de explicar el porque de las drogas y del consumo desenfrenado de alcohol:
“No solo era curiosidad juvenil, pues los adultos también resultaban victimas…(del uso)… y las causas de esto, habría que buscarlas en la inseguridad social, en la tensión emocional y en el miedo al futuro”.
Fueron algunas minorías a través del postmodernismo a las culturas alternativas, la nueva izquierda y el movimiento antibélico, los que pretendieron rescatar las tradiciones de rebeldía, a través del lenguaje (caló, albur, etc.), expresado en el nuevo cine, o la escritura y un nuevo tipo de arte pop que usaba banderas distintas como la explotación del racismo, sexo y consumismo.
Creo oportuno completar estas líneas señalando la metodología empleada por la autora para concluir su texto. Escuchó más de 100 fonogramas o canciones,- 80 registradas en la Sociedad de Autores y Compositores de México- y encontró que el rock mexicano tiene características formales similares al pop contemporáneo. Además identificó diversos subgéneros del rockmex, recopilados en fanzines, a la par que realizó una intensa búsqueda en artículos periodísticos, libros, portadas de discos e investigación in situ; es decir entrevistas a roqueros, asistencia a conciertos y consultas a coleccionistas y conocedores.
De tan exhaustiva investigación, dividida en etapas, encontramos por ejemplo que entre 1955 y 1970 destacaron los siguientes representantes del rock mexicano: las Camisas Negras, los Black Jeans, Súper Secos, Teen Tops, los Rebeldes del Rock, Loud Jets, Oscar Madrigal, Leda Moreno, Mayte Gaos, los Apson Boys y los Rockin Devils entre muchísimos otros.
De estos interpretes que tocaban rock and roll original, desde 1966 estaban: los Three Souls in my mind que grabó 15 álbumes hasta 1985 sin haber logrado un solo éxito radiofónico. Otros grupos cantaban en ingles como la Revolución de Emiliano Zapata. Peace and Love, El Amor, La Tribu y Javier Batiz.
Otras bandas de las llamadas “rucanroleras” [juego de palabras entre Rock y ruco-viejo-] son Árbol, Epílogo, la Experiencia, Hangar Ambulante, Toncho Pilatos. Coatlicue y Nuevo México.
Los representantes del rock en México en el segundo periodo son, según extraídos del inmejorable libro que ahora recomendamos: Paco Gruexxo, Cuarteto Blanco, Tex Tex, Caballo Sangriento.
Los subgéneros que se empiezan a gestar entonces son: el rock rupestre (del que destacó el famoso profeta del nopal: Rockdrigo y Nina Galindo); el rock progresivo el blues rupestre urbano (Real de 14); guacarock (Botellita de Jerez), jevi metal (vago, Mara, Isis etc); el trash (Pactum) metal/pop (Branda, Coda etc).
Otros subgéneros son: etnorock, (Jorge Reyes); punk, techono dark (Silueta Pálida, Capitán Pijama), industrial, neopsicodélico Ska, death metal, techo, rockabilly. En fin, que la autora nos regala una lista de ciento once subgéneros que le dieron cuerpo al rock nacional.
Otros representantes de los años ochenta son Carlos Mata, Delirium Tremens, Chaac Mool, Manchuria, Ritmo Peligroso, Neurona Violeta y Kenny y los Eléctricos.
En los años noventa se conocieron grupos como Nopállica, Luzbel, Café Tacaba y los Amantes de Lola.
Torres también da una interminable lista de intérpretes femeninas que por solo dar algunos nombres, señalaremos a: Gloria Ríos, Lety Cisneros, Rita Guerrero, Carmen Leñero y Julieta Venegas.
Cabe aclarar que el rockmex se contrapone al pop televiso, frívolo y consumista como el de Timbiriche, Fresas con Crema, Menudo, Maná, Alex Syntek, Garibaldi, Thalia, Caló, Alejandra Guzmán y Gloria Trevi. (Perdón, pero tenía que mencionarlos).
Los métodos empleados por Torres para su trabajo fueron cuatro, sincrónico, cuantitativo, cualitativo y diacrónico. Dejemos que nuestra escritora nos explique el llamado método cualitativo que empleó como recurso didáctico en este libro:
“Se analizaron las determinaciones disposicionales (simples o complejas) del objeto sonoro. Como ejemplo de este método, se pueden aislar las pulsaciones musicales, que se miden a partir del pulso del corazón (72 posiciones por minuto):
Balada lenta- “Yesterday”……60 pulsaciones por minuto. (Beatles)
Moderado- “Crazy for you”…. 90 pulsaciones por minuto. (Madonna)
Tiempo rápido- “Brown Sugar” (Rolling Stones)……120 pulsaciones por minuto.
Casi toda la música del pop tiene una métrica de 4/4, con énfasis en el primero y cuarto tiempo en cada medida (o compás).
Ocasionalmente se utiliza el 3/4 o el 6/8 y rara vez se utiliza otro tipo de compás.”
“que e-ra el a-mor”, cada una de las sílabas están articuladas, en lugar de respetar la sinalefa natural, es decir, cuando existen dos vocales iguales que se suceden, la primera es absorbida por la segunda, por lo tanto es un fenómeno natural del habla y aquí el autor lo irrumpe, aunque generalmente es al revés, pues la música es pensada en función de la letra.
“Meiré”, cuando dos vocales átonas se suceden desde la versificación, se absorben en una sílaba.
“quisiera el tiempo”.
Los letristas que destacaron en el rock and roll original en español, fueron: Jorge Renner (disco Peerles), Mario Molina Montes y Enrique Okamura (RCA), Jaime Ortíz Pino (Columbia), Paco de la Barrera (Orfeón), Armando Manzanero (Musart), Armando Martínez (de los Teen Tops), Los Hermanos Tena y Johnny Laboriel (de Los Rebeldes del Rock), Lalo y Ricardo (de Los Hermanos Carrión), Manolo Muñoz y Alberto Vázquez.
La organología (estudio de los instrumentos musicales), es otra parte fundamental de este estudio del que definitivamente debemos dejarnos abrazar, no sólo los amantes de la lectura, sino particularmente los amantes de la música.
El vademécum enciclopédico también refiere los escenarios, hoyos funkies y bares donde se presentaba esta música, pues el Auditorio Nacional solo era para los poperos, así como el ampliamente conocido tianguis del Chopo del que Carlos Monsivaís explica con estos términos:
“En este tianguis encontramos también puestos de perforación de orejas, ombligo, nariz, entre otras partes perforables; puestos de chicharrones y tacos y de revistas especializadas en rock como La Banda Rockera; también hay partituras piratas de hard core, o puestos que venden tintes para el pelo, que los punks consumen con entusiasmo. “El rostro, la vestimenta, el arreglo de la cabellera, el modo de caminar, prosapia de los jeans tan desgarrados, la ferocidad de las camisetas (reconvenciones dirigidas a padres y vecinos) las ganas de divertirse con lo que nada más a ellos- y a millones como ellos en el mundo- los convence”.
Ahí también convienen familias de hippies (conocidos como los “artezánganos”) como los trashers y los góticos dark. Es puro y auténtico “folclor urbano” que se considera como una provocación visual; sólo basta ver los estrafalarios cortes de cabello (punk o en forma de hongo) o las largas cabelleras que “es andanada semiótica contra el sexismo, o enfado ante la imposibilidad de verse seductores” y los tatuajes, las camisetas con la imagen de Jim Morrison, Janis Joplin, Metallica, Transmestal, Robert Plant, El Tri o los Rolling Stones.
Entre la información del estudio de Torres, se entrelazan ciertas anécdotas como la de los Rolling Stones durante su visita a México y su estadía en Cancún en 1995.
A mi en lo particular me llamó mucho la atención el ingenio de los grupos mexicanos para bautizar a sus grupos: Desorden Público, Rabia Proletaria, Orgía de Puercos, Asco Social, Generación Muerta, Enfermedad mental, Los Cábulas del desmadre…
Indudablemente el medio más importante para la difusión del rock nacional fueron los espacios radiales. En los ochenta, existió Espacio 59 –que sustituyó a La Pantera- del Núcleo Radio Mil y Estereo Joven del Instituto Mexicano de la Radio (IMER), perteneciente a la Secretaría de Gobernación.
En 1984 nació el proyecto de una estación de radio que fuera una alternativa para la juventud en la banda de Frecuencia Modulada. Fue Rock 101, y contendría promociónales divertidos que WFM superó después en producción. Más tarde surgió Alfa. Todas estas emisoras se impusieron como un fenómeno que creció a la par de los conciertos masivos de rock y que coincidió con el auge del rock en español importado de España y Argentina con grupos como Radio Futura y Toreros Muertos.
Los anexos que tiene el libro, son de alto valor agregado: un glosario, un cuadro sistemático de artista, compañía, título de canción y compositor del tema; una lista de pioneros del rock and roll de México, transcripciones de partituras y guiones musicales con copyright y singulares fotografías roqueras.
No quiero terminar sin antes señalar que si bien le rock mexicano casi siempre fue cover, a su vez piezas mexicanas fueron covers en el extranjero. Algunos ejemplos de lo anterior son: “El pecador” éxito de Alberto Vázquez (autor Alejandro F. Roth) en las versiones de Sam Fletcher y Roy Hamilton; “Amor, amor”, éxito de Alberto Vazquez (autor Gabriel Ruíz) en la versión de Ben E. King y The Four Aces; “Perfidia”, éxito de Manolo Muñoz (autor Armando Domínguez) en las versiones de The Four Aces, The Ventures y The Matadors; “La novia”, éxito de Antonio Prieto (autor Joaquín Prieto) en las versiones en inglés de Julie Rogers, Tony Martin y Anita Brayant y en italiano a cargo de Domenico Modugno y Willie Alberti.
Y si bien, el libro que nos ocupa le da una generosa revisada a las letras y temáticas del rock mexicano con sus lecturas múltiples, plurales, que lo mismo pueden hablar de drogas, desempleo, o de la mujer que se fue con tu mejor amigo, lo cierto que este apartado es verdaderamente complejo para caber en las 348 páginas que ahora estoy preconizando.
En fin que Rock - Eros en concreto, Génesis e historia del rock mex, es una lectura desinhibida, un libro que a muchos nos hubiera gustado escribir, pues desde su título que es otro retruécano cuando dice Rock - Eros en concreto, bien puede estarse refiriendo al rock con esa carga freudiana de vida o Eros, en contraposición de Thanatos o muerte, sin vaguedad y en oposición a lo abstracto, pero también puede estarse refiriendo al a los músicos que interpretan rock, en asfalto o sea en la calle.
(ROCK-EROS MEXICANOS)
“Se está haciendo difícil ser alguien, pero esta bien. Eso, a mi, no me importa mucho”.
Creo que nunca antes esta frase de John Lennon, ha tenido tanta aplicación cierta, como ahora, en nuestros azarosos días.
Vivimos en un mundo distinto, moderno, cambiante, aunque no estoy completamente seguro, que sea el mejor que haya existido jamás.
Es verdad que en cada momento del pasado han existido sociedades que han destacado, unas con respecto de otras.
Sin embargo, cada una de ellas ha tenido sus propias particularidades e individuos connotados, -producto de las mismas-, que han representado en cierta forma algún estado de ánimo, de la humanidad entera.
Así llegamos a la actualidad, donde se están perdiendo algunos matices del cuadro poli cromático que era el planeta con sus distintas, identidades, creaciones sociales y manifestaciones culturales.
La dictadura de las monedas fuertes, la voluntad de las economías desarrolladas, y la pretendida globalización, han incidido, entre los diversos pueblos en materias tan dispares como la política, religión, lengua, costumbres, estética y filosofía.
Estos desencuentros han originado entre los hombres de hoy, ciertos desencantos y en algunos otros, cierta rebeldía, que se ve reflejada en los distintos aspectos del arte y, de manera muy particular, en la música.
En México han despuntado diversas expresiones artístico-musicales, que culminaron en el llamado rockmex o rock mexicano.
Son muchas las plumas que han discurrido en estos resbaladizos terrenos, muchos los pensadores y muchos los productores del rock que por llamarle con algún eufemismo, diríamos que es algún modo de contracultura.
Aun con todo, en esta ocasión me quiero referir a un estupendo trabajo de Violeta Torres Medina titulado Rock - Eros en concreto, Génesis e historia del rock mex publicado en la Colección Divulgación del Instituto Nacional de Antropología e Historia en 2002. La autora, además de conocer la sociología de la música mexicana, es flautista y musicóloga.
De niña asistió al Festival de Avandaro y a partir de entonces tuvo acercamiento con numerosos géneros musicales, hasta que conoció en los bares alternativos de Alemania, el punk.
Ya en América, en San Francisco, conoció a Carlos Santana, y en México se dio de alta en el Conservatorio Nacional.
El texto de Torres, sumamente didáctico, ameno, contagioso, divertido, y reflexivo, tiene muchas citas de roqueros como esta del vocalista de Juguete Rabioso, “Cuando éramos chicos a las chavas les gustaban los más grandes, luego fuimos más grandes y a las chavas les gustaban los músicos del rock, y ahora que somos músicos de rock, las chavas prefieren a los Caifanes”.
Las citas no acaban en los roqueros, Torres también trae a colación a escritores tan distinguidos como Carlos Monsiváis o a José Agustín: “A finales de los sesenta y principios de los setenta se vivió la era de las distribuciones, del alcohol, de los jipitecas [hippies mexicanos] de la marihuana y los experimentos con LSD; de los hongos alucinógenos, del peyote, de las anfetaminas y los inhalantes; empezó la era de los nuevos profetas como Los Beatles, los Doors, los Rolling Stones, Who, Janis Joplin y Jimi Hendrix quienes resultaron ser los maestros de la perceptiva amorosa y de los hábitos sexuales”.
El estudio antropológico urbano (hecho principalmente en la ciudad de México), de Violeta Torres también dilucida de manera abierta, franca y desenfadada el movimiento feminista y la organización lésbica y homosexual; todo con apuntes políticos de los gobernantes o influyentes en turno, y el rol que ha jugado la mujer y hombre en la sociedad.
El divertido desarrollo de estas décadas, está aderezado por la autora al señalar las diferentes publicaciones que se han editado en México, los bares, y otros centros nocturnos de entretenimiento y los programas de radio que han dejado huella por su temática.
Al hablar del rock ingles apunta: “En esos años, el rock se hizo más libre y elástico se extendieron las formas musicales con la libre improvisación. Las temáticas de los textos contenían asuntos socio-políticos”.
Luego describe una larguisima lista de clásicos como Emerson, Lake and Palmer. King Crimson, Roxi Music, Gratefull Dead, Velvet Underground, The Clash, Ramones y muchísimas lumbreras más.
Otro capítulo aborda el rock and roll, sus fuentes, su extensa bibliografía y una no menos cuantiosa hemerografía entre las que recordamos a revistas como Teen´s, Juventud 70, Ídolos del Rock, Hit Parade, México Canta, y Notitas Musicales, amen de muchas otras revistas subterráneas como Yerba y Dimensión.
Torres también trae a cuenta la política cultural de la ciudad de México, que impulsó o permitió ciertos talleres de análisis y foros de expresión musical, como el Coloquio de Cultura Dark, realizado en el museo universitario del Chopo en 1996, entre otras muchas mesas de música, poesía y literatura relacionadas al rock.
En otro párrafo, la autora trata de explicar el porque de las drogas y del consumo desenfrenado de alcohol:
“No solo era curiosidad juvenil, pues los adultos también resultaban victimas…(del uso)… y las causas de esto, habría que buscarlas en la inseguridad social, en la tensión emocional y en el miedo al futuro”.
Fueron algunas minorías a través del postmodernismo a las culturas alternativas, la nueva izquierda y el movimiento antibélico, los que pretendieron rescatar las tradiciones de rebeldía, a través del lenguaje (caló, albur, etc.), expresado en el nuevo cine, o la escritura y un nuevo tipo de arte pop que usaba banderas distintas como la explotación del racismo, sexo y consumismo.
Creo oportuno completar estas líneas señalando la metodología empleada por la autora para concluir su texto. Escuchó más de 100 fonogramas o canciones,- 80 registradas en la Sociedad de Autores y Compositores de México- y encontró que el rock mexicano tiene características formales similares al pop contemporáneo. Además identificó diversos subgéneros del rockmex, recopilados en fanzines, a la par que realizó una intensa búsqueda en artículos periodísticos, libros, portadas de discos e investigación in situ; es decir entrevistas a roqueros, asistencia a conciertos y consultas a coleccionistas y conocedores.
De tan exhaustiva investigación, dividida en etapas, encontramos por ejemplo que entre 1955 y 1970 destacaron los siguientes representantes del rock mexicano: las Camisas Negras, los Black Jeans, Súper Secos, Teen Tops, los Rebeldes del Rock, Loud Jets, Oscar Madrigal, Leda Moreno, Mayte Gaos, los Apson Boys y los Rockin Devils entre muchísimos otros.
De estos interpretes que tocaban rock and roll original, desde 1966 estaban: los Three Souls in my mind que grabó 15 álbumes hasta 1985 sin haber logrado un solo éxito radiofónico. Otros grupos cantaban en ingles como la Revolución de Emiliano Zapata. Peace and Love, El Amor, La Tribu y Javier Batiz.
Otras bandas de las llamadas “rucanroleras” [juego de palabras entre Rock y ruco-viejo-] son Árbol, Epílogo, la Experiencia, Hangar Ambulante, Toncho Pilatos. Coatlicue y Nuevo México.
Los representantes del rock en México en el segundo periodo son, según extraídos del inmejorable libro que ahora recomendamos: Paco Gruexxo, Cuarteto Blanco, Tex Tex, Caballo Sangriento.
Los subgéneros que se empiezan a gestar entonces son: el rock rupestre (del que destacó el famoso profeta del nopal: Rockdrigo y Nina Galindo); el rock progresivo el blues rupestre urbano (Real de 14); guacarock (Botellita de Jerez), jevi metal (vago, Mara, Isis etc); el trash (Pactum) metal/pop (Branda, Coda etc).
Otros subgéneros son: etnorock, (Jorge Reyes); punk, techono dark (Silueta Pálida, Capitán Pijama), industrial, neopsicodélico Ska, death metal, techo, rockabilly. En fin, que la autora nos regala una lista de ciento once subgéneros que le dieron cuerpo al rock nacional.
Otros representantes de los años ochenta son Carlos Mata, Delirium Tremens, Chaac Mool, Manchuria, Ritmo Peligroso, Neurona Violeta y Kenny y los Eléctricos.
En los años noventa se conocieron grupos como Nopállica, Luzbel, Café Tacaba y los Amantes de Lola.
Torres también da una interminable lista de intérpretes femeninas que por solo dar algunos nombres, señalaremos a: Gloria Ríos, Lety Cisneros, Rita Guerrero, Carmen Leñero y Julieta Venegas.
Cabe aclarar que el rockmex se contrapone al pop televiso, frívolo y consumista como el de Timbiriche, Fresas con Crema, Menudo, Maná, Alex Syntek, Garibaldi, Thalia, Caló, Alejandra Guzmán y Gloria Trevi. (Perdón, pero tenía que mencionarlos).
Los métodos empleados por Torres para su trabajo fueron cuatro, sincrónico, cuantitativo, cualitativo y diacrónico. Dejemos que nuestra escritora nos explique el llamado método cualitativo que empleó como recurso didáctico en este libro:
“Se analizaron las determinaciones disposicionales (simples o complejas) del objeto sonoro. Como ejemplo de este método, se pueden aislar las pulsaciones musicales, que se miden a partir del pulso del corazón (72 posiciones por minuto):
Balada lenta- “Yesterday”……60 pulsaciones por minuto. (Beatles)
Moderado- “Crazy for you”…. 90 pulsaciones por minuto. (Madonna)
Tiempo rápido- “Brown Sugar” (Rolling Stones)……120 pulsaciones por minuto.
Casi toda la música del pop tiene una métrica de 4/4, con énfasis en el primero y cuarto tiempo en cada medida (o compás).
Ocasionalmente se utiliza el 3/4 o el 6/8 y rara vez se utiliza otro tipo de compás.”
“que e-ra el a-mor”, cada una de las sílabas están articuladas, en lugar de respetar la sinalefa natural, es decir, cuando existen dos vocales iguales que se suceden, la primera es absorbida por la segunda, por lo tanto es un fenómeno natural del habla y aquí el autor lo irrumpe, aunque generalmente es al revés, pues la música es pensada en función de la letra.
“Meiré”, cuando dos vocales átonas se suceden desde la versificación, se absorben en una sílaba.
“quisiera el tiempo”.
Los letristas que destacaron en el rock and roll original en español, fueron: Jorge Renner (disco Peerles), Mario Molina Montes y Enrique Okamura (RCA), Jaime Ortíz Pino (Columbia), Paco de la Barrera (Orfeón), Armando Manzanero (Musart), Armando Martínez (de los Teen Tops), Los Hermanos Tena y Johnny Laboriel (de Los Rebeldes del Rock), Lalo y Ricardo (de Los Hermanos Carrión), Manolo Muñoz y Alberto Vázquez.
La organología (estudio de los instrumentos musicales), es otra parte fundamental de este estudio del que definitivamente debemos dejarnos abrazar, no sólo los amantes de la lectura, sino particularmente los amantes de la música.
El vademécum enciclopédico también refiere los escenarios, hoyos funkies y bares donde se presentaba esta música, pues el Auditorio Nacional solo era para los poperos, así como el ampliamente conocido tianguis del Chopo del que Carlos Monsivaís explica con estos términos:
“En este tianguis encontramos también puestos de perforación de orejas, ombligo, nariz, entre otras partes perforables; puestos de chicharrones y tacos y de revistas especializadas en rock como La Banda Rockera; también hay partituras piratas de hard core, o puestos que venden tintes para el pelo, que los punks consumen con entusiasmo. “El rostro, la vestimenta, el arreglo de la cabellera, el modo de caminar, prosapia de los jeans tan desgarrados, la ferocidad de las camisetas (reconvenciones dirigidas a padres y vecinos) las ganas de divertirse con lo que nada más a ellos- y a millones como ellos en el mundo- los convence”.
Ahí también convienen familias de hippies (conocidos como los “artezánganos”) como los trashers y los góticos dark. Es puro y auténtico “folclor urbano” que se considera como una provocación visual; sólo basta ver los estrafalarios cortes de cabello (punk o en forma de hongo) o las largas cabelleras que “es andanada semiótica contra el sexismo, o enfado ante la imposibilidad de verse seductores” y los tatuajes, las camisetas con la imagen de Jim Morrison, Janis Joplin, Metallica, Transmestal, Robert Plant, El Tri o los Rolling Stones.
Entre la información del estudio de Torres, se entrelazan ciertas anécdotas como la de los Rolling Stones durante su visita a México y su estadía en Cancún en 1995.
A mi en lo particular me llamó mucho la atención el ingenio de los grupos mexicanos para bautizar a sus grupos: Desorden Público, Rabia Proletaria, Orgía de Puercos, Asco Social, Generación Muerta, Enfermedad mental, Los Cábulas del desmadre…
Indudablemente el medio más importante para la difusión del rock nacional fueron los espacios radiales. En los ochenta, existió Espacio 59 –que sustituyó a La Pantera- del Núcleo Radio Mil y Estereo Joven del Instituto Mexicano de la Radio (IMER), perteneciente a la Secretaría de Gobernación.
En 1984 nació el proyecto de una estación de radio que fuera una alternativa para la juventud en la banda de Frecuencia Modulada. Fue Rock 101, y contendría promociónales divertidos que WFM superó después en producción. Más tarde surgió Alfa. Todas estas emisoras se impusieron como un fenómeno que creció a la par de los conciertos masivos de rock y que coincidió con el auge del rock en español importado de España y Argentina con grupos como Radio Futura y Toreros Muertos.
Los anexos que tiene el libro, son de alto valor agregado: un glosario, un cuadro sistemático de artista, compañía, título de canción y compositor del tema; una lista de pioneros del rock and roll de México, transcripciones de partituras y guiones musicales con copyright y singulares fotografías roqueras.
No quiero terminar sin antes señalar que si bien le rock mexicano casi siempre fue cover, a su vez piezas mexicanas fueron covers en el extranjero. Algunos ejemplos de lo anterior son: “El pecador” éxito de Alberto Vázquez (autor Alejandro F. Roth) en las versiones de Sam Fletcher y Roy Hamilton; “Amor, amor”, éxito de Alberto Vazquez (autor Gabriel Ruíz) en la versión de Ben E. King y The Four Aces; “Perfidia”, éxito de Manolo Muñoz (autor Armando Domínguez) en las versiones de The Four Aces, The Ventures y The Matadors; “La novia”, éxito de Antonio Prieto (autor Joaquín Prieto) en las versiones en inglés de Julie Rogers, Tony Martin y Anita Brayant y en italiano a cargo de Domenico Modugno y Willie Alberti.
Y si bien, el libro que nos ocupa le da una generosa revisada a las letras y temáticas del rock mexicano con sus lecturas múltiples, plurales, que lo mismo pueden hablar de drogas, desempleo, o de la mujer que se fue con tu mejor amigo, lo cierto que este apartado es verdaderamente complejo para caber en las 348 páginas que ahora estoy preconizando.
En fin que Rock - Eros en concreto, Génesis e historia del rock mex, es una lectura desinhibida, un libro que a muchos nos hubiera gustado escribir, pues desde su título que es otro retruécano cuando dice Rock - Eros en concreto, bien puede estarse refiriendo al rock con esa carga freudiana de vida o Eros, en contraposición de Thanatos o muerte, sin vaguedad y en oposición a lo abstracto, pero también puede estarse refiriendo al a los músicos que interpretan rock, en asfalto o sea en la calle.
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