22 de octubre de 2007

EL STAND DEL INAH EN LA FERIA HIDALGO 2007

No es la primera vez que el Centro INAH Hidalgo, es decir, la Delegación Estatal del Instituto Nacional de Antropología e Historia en Hidalgo, promueve e intenta tener un acercamiento institucional multitudinario con la sociedad entera, sea de nuestra entidad o ajena a ella. Y que mejor escaparate global que la feria de tintes internacionales: Hidalgo 2007, que para mi es hasta ahora, la mejor organizada de todas las celebradas en nuestra entidad.

La feria aludida, surgió como tal, en el siglo XVIII cuando Don Pedro Romero de Terreros, Primer Conde de Regla y en su momento el hombre más rico de toda Nueva España, (fue el fundador del Monte de Piedad y quien compró los bienes de los jesuitas cuando estos fueron expulsados de México y además un consumado católico), organizó e institucionalizó algunas peregrinaciones desde sus espléndidas haciendas ubicadas en los entornos del ahora pueblo mágico de Huasca, hasta llegar en las madrugadas de todos los cuatros de octubres de cada año, a las puertas de la iglesia del Convento y Colegio de Propaganda Fide de Pachuca, en donde el guardián de la casa religiosa le abría las puertas y lo dejaba entrar junto a los fieles que habían hecho el gran recorrido, todo con tal de conmemorar al gran santo Francisco de Asís, el Poverello, quien fue una imitación ideológica de Cristo en casi todo su quehacer de vida en su breve paso por la tierra temporal. Y después de la ceremonia religiosa había un regocijo para el pueblo entero: una algarabía que pronto se convirtió en una fiesta popular que ni acaso el tiempo pudo moderar, sino muy al contrario. Con todo y que la patrona de la ciudad de Pachuca es la Virgen de la Asunción.

Muchísimos años después la feria perdió su espíritu religioso y se convirtió en la Feria Internacional del Caballo, así estuvo algunos años hasta que se concesionó a la empresa OCESA que llevó a los límites extremos de popularidad a nuestra celebración máxima.

Finalmente, el Gobierno del Estado de Hidalgo, con muy buen tino, creo yo, asumió su tarea social de comunicación y esparcimiento para con la gente, y organizó esta Feria 2007.

Son loables los alcances sociales y culturales de esta feria, pues finalmente fue una fiesta popular con precios más que módicos que incluyeron un buen número de espectáculos gratuitos; yo por ejemplo, nunca había visto cine en cuarta dimensión, y desde luego se agradecen esos detalles por parte de los que no tenemos muchas posibilidades de presenciar espectáculos de esa magnitud; además hubo rodeo, pista de hielo, delfines y teatro del pueblo con artistas de mucho renombre como La Sonora Santanera entre otros, y todo con el mismo boleto de veinte pesos que costó la entrada.

Pero a lo que me quiero referir de manera particular en esta ocasión, fue al pabellón Hidalgo o Pabellón Institucional que siendo el principal del recinto ferial, sólo alojó a la Secretaría de Turismo de Hidalgo, Balnearios, Restaurantes, Haciendas, Centro Histórico de Pachuca y al Instituto Nacional de Antropología e Historia en la entidad, el cual para fortuna nuestra fue el primero de todos.

Desde luego fue el pabellón más hermoso y cultural de toda la feria, con un mosaico gigante de aserrín multicolor en honor a Acaxochitlán, videos, música, libros, artesanías y miles de regalos para el interminable público que visitó el más atractivo espacio de toda la feria.

El stand de este año surgió a iniciativa de los trabajadores del INAH, quienes le pidieron al director del Centro INAH Hidalgo que se retomase esta oportunidad de darle presencia pública al Instituto, (yo ya había estado en un stand del mismo tipo hacía 17 años, y este es apenas el segundo en su historia), y el titular del Centro INAH Hidalgo vio en lo anterior, una gran oportunidad para dar cumplimiento a parte de los objetivos consignados en la Ley Orgánica del INAH que son la investigación, conservación, restauración y difusión del patrimonio cultural de México, (sea tangible o intangible). Se consiguieron entonces de áreas centrales del Instituto, algunos artículos del departamento de publicaciones del Antropología para venta, tales como monografías, postales, mini guías, discos compactos, biografías y otros que fueron de sumo interés para el gigantesco público visitante, esas publicaciones se tuvieron por cierto con un cincuenta por ciento de descuento. Había por ejemplo postales a color del Museo Nacional de Antropología e Historia a precio simbólico de dos pesos.

Además y como si fuera poco, tuvimos una muestra de reproducciones de nuestro patrimonio cultural, en nuestras tres épocas representativas de cultura, que fueron admiración y orgullo para todos los mexicanos. Me refiero a la prehispánica, colonial y etnográfica. También hubo fotografías de las actividades más representativas del Centro INAH, carteles y otros materiales que sirven para documentar a la gente sobre el impresionante y aún no valorado del todo, quehacer institucional del INAH.

Participamos en esta grandiosa empresa, Cecilia Sierra, Margarita Espinosa, Juan Arzate, Armando Arenas, Otilio Guerrero, Manuel Arenas, Héctor Bustamante, Vianeth Ramírez, Stephany Espinosa, Abraham Chinchillas, Ernesto Tovar y Froylan Ramos. Yo tuve la oportunidad de coordinar esta importante actividad, aunque dicen que el coordinador es el tonto que más trabaja en lo que todos queremos; pero en mi caso no fue así, pues a mi me gusta dar todo por lo que creo, tanto que en realidad, nunca lo sentí tan así.

De esta nueva experiencia, desde luego que hay muchas anécdotas que comentar pero solo quiero referir por ahora la del jueves 18 de octubre, ya muy cerca de la hora de cerrar, es decir las nueve de la noche. Se acercó al stand un niño no mayor de diez años y me dijo con una carita inolvidable: ¿Qué tiene de a tres pesos?...

Yo, que odiaba la tal feria, y que incluso dejé de ir como diez años, ahora fui todos los días, no con disgusto, sino con una gran alegría de representar al INAH y por ver a los seres maravillosos que se dejaron caer por allá, no se si por casualidad o con la intención malévola de que nosotros los conociéramos. ¡Ups!

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