Cuando vivía de niño en Toluca, mi máxima ilusión era venir a Pachuca a pasar las fiestas de fin de año en la ciudad donde nací, concretamente a mi barrio de Cubitos pues aparte de que eran noches muy divertidas, había mucha y buena comida y un sinfín de amigos, en cualquier lado había posadas y luego baile; cómo olvidar las madrugadas y amaneceres que pasamos quemando llantas los días 25 de diciembre y 1 de enero, casi en cada esquina de la colonía podía verse una fogata con gente alrededor, algunos andaban de llanta (ardiendo) en llanta (ardiendo) saludando amigos o brindando con desconocidos. Finalmente esto fue prohibido por la contaminación que provocaban estas combustiones al aire (y es cierto pues las mañanas de esos días siempre amanecían grises o casi negras de tanto humo). Esas noches los bomberos andaban muy activos apagando lumbreras y dispersando amigos o novios.
Otra característica única de los fines de año en nuestra colonia eran los letreros luminosos que todavía se hacen en lo que queda sin urbanizar del cerro de Cubitos. Yo participé de adolescente en estas quemas, para ello pedíamos a las maquiladoras que nos regalaran desechos de trapo o estopa y hacíamos antorchas que a cierta hora prendíamos con fuego. De pronto y casi de la nada, en la obscuridad se formaban letras o dibujos previamente trazados que le daban y dan, un espectáculo único a nuestra ciudad. La gente aún con frio sale gustosa un rato para ver el mensaje de año nuevo que se magnifica por estar en las alturas.
Y bueno, ahora que me dedico a la preservación de tradiciones culturales, veo en esta actividad anual (al igual que el Vía Crucis del que también somos pioneros), un elemento de identidad y de dialogo entre distintas generaciones por lo que no dudo en invitar a los jóvenes de Cubitos que defiendan y continúen con esta costumbre vieja que nos da orgullo como cubitenses y admiración como pachuqueños.
Fuimos este 31 de diciembre de 2007 a mi colonia a casa de mi papá en la calle de Michoacán y desde ahí pudimos apreciar muy de cerca el saludo de los cubitenes -con amor- para el mundo, deseando lo mejor para el incipiente 2008.
Algo digno de mención es que al día siguiente de año nuevo nevó en otra población histórica y bellísima: Real del Monte que a pesar de ser un municipio distinto, por su cercanía en realidad forma parte de la zona metropolitana de Pachuca, me refiero a Real del Monte. El pueblo minero y uno de sus bosques, El Hiloche, se cubrió de suave, gélida y blanca superficie. Tenía mucho más de 20 años que no nevaba por acá y de hecho fue noticia nacional.Y del intenso frio que hacía, mejor ni hablar.
3 de enero de 2008
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