
Aún con todo, es mucho egoísmo no querer morir, pues si los demás lo hacen ¿porqué uno no? Morir no es liberación, es parte de la vida misma, es una de las reglas que Dios inventó, a lo mejor lo hizo para maravillarnos todavía más. Él nos ha dado el peso que podemos cargar, no más, no menos y no podemos juzgar sus designios.
Sin embargo, aún con todas las advertencias dadas, no termino por entender a la vanidad humana. Creo que se debería tener un poco de respeto a esa regla final y rechazar de plano, toda la vida artificial y material que representa el poseer. Ese extraño impulso psicológico que nos empuja a ser dueños de cosas y a pretender ser más que los otros.
¡Que ridícula e ilusoria estabilidad nos dan los títulos, los bienes físicos, el dinero, el poder, el apego a la vida y juventud, el conocimiento y la conquista de corazones femeninos! Todo es una falsa óptica y el camino más engañoso a seguir.
Lo único trascendente y verdadero es el amor, éste no muere, no se compra, no se vende, no da prestigio, no engaña, no envicia, no se cuelga ostentosamente en la pared, no se publica, no se guarda en el bolsillo, en la cartera o en el banco. No es como el sexo que da muchísimo placer, pero que tarde o temprano se acaba. No envejece con la edad, no se maneja ni se construye con una fachada hermosísima con materiales exquisitos y muy caros. El amor no se puede presumir pues ni siquiera le gusta entrar a lugares finos o elegantes, no se le rinden homenajes, no le gusta la fama. El amor sólo puede ser sentido y vivido. No más.
No provoca frustración ni angustia al tratar de entenderlo o por desear conocerlo, no da celos, no causa burlas ni guerras.
El amor no es bello ni feo, sólo es amor, es una intención humanitaria mucho más que una idea o sentimiento, es el motivo de la creación, es el autobús que nos lleva por esta vida, llena de baches y paisajes maravillosos. Sorpresas, amigos y juegos.
Es un espíritu salvaje que corre libre por el bosque.
El amor no es tristeza, ni nostalgia, es un ángel que anuncia un nuevo día, un despertar lleno de júbilo.
El amor sólo puede espiarse en el brillo de una lágrima, y en el sonido de una sonrisa. Casi no pude vérsele, pues le gusta disfrazarse, si bien está en todos lados, menos escondido detrás de la luna.
Y yo dije: “Perdóname y gracias por permitirme decirte ´gracias´ te amo”.
Así que dejemos un momento el arado, perdonémonos otra vez, démonos otra oportunidad y sintamos amor, hoy se puede.
Foto: El Jarillal, Epazoyucan, Hidalgo, durante una comida del INAH.