5 de noviembre de 2012

ALEGORIA A LA MUERTE



En el siglo XVI surgió un movimiento pictórico conocido popularmente como Vanitas, término que significa vanidad en latín, se caracteriza por el simbolismo de los objetos representados en la composición y que aluden a la muerte.
Generalmente se trata de naturalezas muertas o bodegones, es decir de pinturas que muestran objetos inanimados que tienen una intención moralizante, de manera tal que el espectador logra obtener conciencia sobre la fragilidad y brevedad de la vida.
La muerte tarde o temprano vence de algún modo a la soberbia humana y a todas sus pretensiones o vanidades tales como la belleza física, la riqueza, el saber y los placeres inútiles que se representan con relojes que insinúan la voracidad del tiempo, fruta fermentada que esboza a la decadencia o vejez, cráneos, o incluso libros que hacen referencia a la vanidad del conocimiento.
El vanitas es un género propio del barroco que se desarrolló principalmente en los Países Bajos con énfasis en Holanda de aquí pasó a España en donde se le imitó e importó al mundo de entonces. Tiene alguna influencia del gótico alemán. La calavera es imprescindible y resulta una clara invitación a reflexionar sobre la temporalidad tan corta de la vida y su futilidad tan engañosa.
En esta maravillosa obra, se ve a una hermosa mujer en esa dualidad de existencia y la nada, entre Eros y Tanatos: la vida pende de un hilo delgado que pronto puede ser cortado por Dios. Un lujoso vestido, el espejo y enseres de belleza, refuerzan la idea de la vanidad femenina en lo que podríamos llamar, la mitad viva. La otra mitad, tiene su reino en el sombrío y desolado cementerio.