12 de marzo de 2008

EL ALTAR DE DOLORES

El sexto viernes de cuaresma, es decir el viernes anterior a Semana Santa, se conmemora, como uno de los más substanciales ritos y tradiciones católicos a la Dolorosa o Virgen de los Dolores, en recuerdo a la aflicción que sufrió María por la muerte de su hijo Jesucristo. Para evocar tan importante liturgia cristiana, se colocan en numerosas iglesias, parroquias y otros lugares públicos y privados, preciosos y coloridos Altares de Dolores que constituyen desde luego, una parte indisoluble de nuestro valioso patrimonio cultural y costumbrista.
El Altar de Dolores tiene símbolos y significados muy particulares entre los que podemos encontrar los siguientes: Tiene una parte central que como signo de penitencia propio de la cuaresma, queda sin adornos, sin flores y con la máxima sobriedad debida. En tanto el Altar de Dolores es lateral, y sobre sale en él la imagen de la Dolorosa iluminada con velas todo enmarcado en color morado.
El culto a la Virgen de Dolores se inicia con las llamadas andas, que son procesiones que deambulan por las calles cantando cantos marianos, cuaresmales o de penitencia, hasta que llegan al templo donde se encuentra el Altar. En algunas comunidades se acostumbra que las señoritas carguen las andas y vayan vestidas de blanco. En otros lugares son señoras las que llevan este encargo y van vestidas de morado, mujeres que bien podrían representar en el primer caso la virginidad y en el segundo, la maternidad de María. El altar de la Virgen deberá contener algunas naranjas en las que se insertan siete banderillas hechas con papel de china morado. Las naranjas o toronjas representan el corazón de María, en tanto las banderillas, cada uno de sus dolores; aunque también representan el triunfo de la salvación sobre el martirio.
Los Siete Dolores de la Virgen a saber son: La Profecía de Simeón, 2. La Huida a Egipto, 3. La Pérdida de Jesús, 4. Cristo con la Cruz a cuestas por la calle de la Amargura, 5. La Crucifixión, 6. El Descendimiento, 7. La sepultura de Jesús. Otro elemento muy importante del altar, son los cinco vitroleros llenos de aguas de sabor que representan los misterios dolorosos del Santo Rosario: el agua puede ser de limón, naranja, horchata, jamaica y piña aderezada con azúcar lo que significa que a pasar de la amargura, el corazón de María siempre es dulce. En otros lugares al agua de limón se le añade chía y se le quita el azúcar, la chía simboliza las lágrimas cristalizadas y el limón la amargura de María. En ocasiones el agua se colorea con pintura vegetal. Sin embargo en otros sitios, en vez de agua se acostumbra usar nieve de sabores.
Las naranjas, aguas o nieves, se reparten después entre los asistentes a la solemnidad. Otro componente imprescindible que decoran los altares son los germinados. Para ello, se deberán dejar crecer con antelación algunas semillas de trigo, alpiste o cebada hasta cierta altura en latas u ollitas que en algunos casos se cubren con papel aluminio. Todos los objetos tan vistosos colocados en los distintos niveles tienen el objetivo de distraer la pena de la Virgen, entre ellos podemos notar: flores como señal de alabanza, y aguas de color morado, rojo, naranja y verde, los cuales representan el luto de María, la sangre de Cristo, el camino al Calvario y la resurrección, respectivamente.
La mesa del altar tiene además otros ornamentos visuales como papel de china picado, candeleros, pétalos de flor, listones y tapetes hechos de fríjol de diferentes tipos, arroz, polvo de café, salvado, obleas, mostaza, mijo, maíz o lenteja, con los símbolos de pasión de Cristo: los clavos, el martillo, la escalera, la corona de espinas, el gallo, los flagelos, el monograma de María y el calvario entre otros. El culto de María comenzó en el siglo II, en tanto los diversos Concilios han declarado los principales dogmas marianos como la maternidad divina, la inmaculada concepción, la virginidad y la asunción a los cielos, incrementado con ello su veneración.
Según Rosalía Tenorio, museógrafa del INAH las alusiones más antiguas sobre el sufrimiento Mariano se encuentran en el evangelio de San Juan, con su narración de la Pasión de Jesús; posteriormente hay otros elementos en la obra Para alabar a la Virgen, escrita en el siglo XII. Sin embargo, fue durante el concilio de 1413 celebrado en Colonia, que la iglesia decide reconocer este episodio. Fue en 1425 que, con el uso del papel en Europa, se empezó a difundir la iconografía de la Dolorosa, mediante láminas hechas por artistas flamencos o alemanes, en madera o sobre planchas de metal. Así, la imagen de la virgen de Dolores pasó a España bajo el reinado de Carlos V. A su vez, los frailes evangelizadores, entre ellos el franciscano fray Toribio de Benavente Motolinía, introdujeron esta conmemoración en el nuevo mundo. Fue fray Pedro de Gante el primero en editar un catecismo en 1533, titulado Unas horas en la pasión de Cristo, en el que explica los Dolores de la Virgen.
Durante el Virreinato, se utilizaron primero imágenes hechas por los imagineros, y después del siglo XVIII, imágenes de bulto hechas de madera, cera de abeja o barro, vestidas con paños, mantos e hilos de oro o plata. Pinturas o esculturas se complementaban con aureolas o resplandores que le daban una distinción muy particular. Fueron las cofradías, gremios y hermandades, los encargados de expandir este culto, sobre todo las hermandades pasionarias que revivían la Pasión de Cristo durante la Semana Santa y por ende de la Dolorosa. En aquellos años la festividad comenzaba muy temprano, la gente ansiosa invadía el Puente de Roldán y el Canal de la Viga, para adquirir flores con las que adornaban su altar doméstico.
Cerca de las iglesias estaba siempre el puesto de aguas frescas de tamarindo y de otros sabores, para refrescar a la gente, después de que la Virgen hubiese llorado. Si bien es cierto el Altar de Dolores tiene su origen en una creencia y devoción religiosas, por otra parte al ser adoptada por el pueblo mexicano en sus distintas variantes, es ahora una festividad y tradición nacional que sin duda enriquece nuestro bagaje patrimonial y,que a luces completas, todos debemos preservar.
El Centro INAH Hidalgo acaba de montar una exposición sobre el Altar de Dolores en el museo local de Tepeapulco, ubicado en la planta baja del ex convento de San Francisco de Asís. La entrada es libre y está abierto de martes a domingo de 9:00 a 16:00 horas. Les invitamos cordialmente a que lo visiten.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece importante seguir todas estas tradiciones ya que son parte de la cultura popular mexicana y ademas de nuestros antepasados, para mi todo esto es importante e invito a todos los que como yo disfrutan de la historia y de estas ancestrales tradiciones a difundirlo y ademas a apoyar para que nunca se pierdan (NANCY)

Anónimo dijo...

Gracias al autor de este texto, es una explicación precisa de esta tradición que data de hace más de 400 años en donde se relaciona la Pasión de Cristo con el sufrimiento de la Virgen María y la fertilidad de la tierra, ya que existe la coincidencia del ciclo de la siembra con la Semana Santa. Me llama especialmente la atención el significado de la chia “lágrimas cristalizadas de la Virgen María que derramó en el sufrimiento de Jesús”. Con este texto hoy he aprendido algo”