16 de junio de 2011

UNA PUTA DE VEINTE AÑOS

En los baños de los hombres de la UNAM, encontré este letrero que decía así: “Ella es sólo una puta de veinte años”. El enunciado tan discriminador y tendencioso echo a volar mi imaginación. Pensé que debió estar muy ardido el tipo que construyó la ofensiva frase. ¿Será que ella no le hizo caso a él, o que siendo su novia, ella tuvo otras relaciones carnales? La frase es fuerte y creo que eso se debe tratar o decir con mesura y con conocimiento en el peor de los casos y en el mejor, ni siquiera pensarse, pues a la mujer se le debe respetar por el simple hecho de ser mujer, la dadora de vida, la explicación de la existencia, el porqué del mundo, el sentido de las cosas y el significado del amor. ¿Acaso el tipo que forjó la frase, no nació de una mujer? Entonces ¿porque despotricar en contra de las mujeres? Creo que la mujer por el sólo hecho de serlo, puede darse el lujo de equivocarse las veces que quiera.

¿Porqué cuando un varón tiene muchas aventuras o mujeres se le dice: “es un cabrón”, y porqué a la mujer que tiene o hace lo mismo, se le dice: “es una puta”? son valores del mexicano y latino, desde luego que no de todos, nunca son válidas las generalizaciones. Esa es una particular idiosincrasia que nos habla de la inseguridad e inferioridad que tenemos los mexicanos, respecto a otros pueblos más avanzados en el respeto y la similitud.

Yo no creo del todo en la igualdad de géneros, pues creo que el hombre y la mujer son complementarios, más no iguales. Dios hizo esa precisa diferencia. Desde luego ambos al ser humanos tienen los mismos derechos y obligaciones. No son iguales, la mujer es mejor en todo. En todo, lo digo por experiencia propia.

Lo que en sí creo, es en el respeto y sobre todo en la dulzura, amabilidad, sabor, belleza, elegancia, asombro, exquisitez, arrobo, amor y sorpresa que una mujer tiene para uno. Así lo planeó Dios y nosotros los hombres solo tenemos que agradecer esa fortuna. Es besar el piso donde cada una de ellas pone un pie, es grabar cada gesto, cada palabra que alguna de ellas hace, en la mente y corazón. Es olerlas y saberse vivo, es verlas sonreír y entonces creer en Dios, es observar su mirada y entonces comprender a la historia. Es una golosina para el ser humano, a la que desgraciadamente no todos tenemos derecho: la sonrisa de ella.

La mía, si es que tengo el desparpajo de decir, mía, (en realidad nunca fue mía, es sólo una expresión para no dañar mi deteriorada bajo estima), tuvo en el chat emociones bonitas desde luego no conmigo, y mi corazón se partió; y como jugo al exprimir una naranja, salieron un millón de lágrimas de mí. Me di cuenta que no soy nada si ella no me lo dice. Y si no tengo su respetó, pero, ¿quién soy yo para merecer ese respeto? Aún así la amo. Ella es un ser humano con todos los derechos naturales y otros más que no tiene, pero se los doy por que la amo. Si no tuviera tantos defectos y errores, a lo mejor no la amara tanto.

Aunque yo como hombre, también me dan celos, y siento horrible pensar que la mujer que tanto amo, haya tenido un resbalón con un ser que no la ama ni valora lo mismo que yo, pues probablemente para él solo fue una burla, un juego y una satisfacción. Pero finalmente eso también forma parte de la vida misma. Es que una mujer por lo ya dicho, no puede estar sin seguidores a su lado, sin tipos que quieran estar cerca de ella y disfrutar la magia que eso significa. Nadie quiere estar sin alguna hembra, no solo para sentirse hombre, sino para sentirse una persona, un humano bendecido por la palma de Dios.

Si bien, quisiera sentir todo lo que dije, tanto como lo creo.

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