11 de marzo de 2011

IZCOZAUHQUI, ELSEÑOR AMARILLO DE ACAXOCHITLÀN

Esta pieza, pequeña pero significativa, representa al Dios ñahñhú u otomí del fuego, se localizó de manera accidental cuando vecinos de Santa Ana Tzacuala, municipio de Acaxochitlán, Hidalgo, excavaron una zanja en el montículo arqueológico, anexo a la iglesia local.
La vasija de barro representa a un personaje sentado, cuyo cuerpo es un recipiente cóncavo; conserva restos de pintura amarilla principalmente en el rostro ovalado, los ojos son diagonales, la nariz es recta y ancha, la boca oval aparece abierta y lleva orejeras circulares.
El Señor Amarillo ostenta un elaborado tocado en la cabeza en forma de corona formado por tres triángulos y tiene al frente una visera con dos discos. A los lados del tocado cuelgan lateralmente dos franjas diagonales que terminan en un extremo curvo. La parte superior del tocado está rota.
La pintura de su rostro alude a su nombre Izcozauhqui el cari-amarillo que es otro nombre de Xiuhtecuhtli o Huehuetéotl el viejo dios del fuego, deidad principal de los otomíes.
Dice el arqlgo. Carlos Hernández que tal vez se trata de una ofrenda dedicada al monumento arqueológico cuando fue construido en la época prehispánica. Corresponde al Horizonte Preclásico Superior que se fecha entre 500 años a.C. y 100 años d.C, lo anterior tiene la lectura de que es de las piezas más antiguas de todo el territorio mesoamericano. Este Horizonte también llamado Formativo, ocurre cuando las sociedades prehispánicas ya se habían desarrollado para dar lugar a la cultura teotihuacana del Horizonte Clásico que floreció en toda esta región y por supuesto en Acaxochitlán.

La deidad escultórica se encontró junto a dos cajetes rojos, de tres patas silueta compuesta -borde cóncavo y base convexa-. Los soportes son huecos tienen esferitas de barro en el interior y están perforados, se les conoce como tipo sonaja.
Para celebrar tal hallazgo, se inauguró una exposición del Señor Amarillo en el Centro INAH Hidalgo, calle Casasola sin número este once de marzo, la cual durará unos dos meses y que estará abierta a todo el público. El marco de la inauguración estuvo engalanado con momentos tan sublimes como cuando la maestra Olga Castañeda leyó un texto de su experiencia de cuando encontró al Señor Amarillo, hubo una conferencia científica a cargo del arqueólogo Carlos Hernández, el canto a Hidalgo a cargo de una primaria indígena de la zona 042 de Acaxochitlán, luego se bailó el emotivo Xochipizahuak, donde las más distinguidas personalidades recibieron el xochimapalli y con el que entonces pueden bailar, siguiendo al Fueguito que siempre debe ir adelante.

Todo es de una subyugación indescriptible, la música, los braceros ardiendo, los copales, el humo, los olores el misticismo, todo envuelve en una magia que es de de nunca acabar.
La maestra Castañeda, prestó muchos de los vestidos indígenas que posee y que colecciona para exhibirlos. Es difícil tener este tipo de prendas, porque a las mujeres se les entierra con sus quechquémitl y si la ropa ya está muy dañada, entonces se quema.

Por si todo lo anterior fuera poco, hubo dos poesías en náhuatl, una de ellas se llamó Maldita Crisis que declamó el alumno Jafet Yáñez Gutiérrez, la que arrancó sonoros aplausos. A mi me gustó más la segunda poesía que declamó un verdadero niño indígena que robó mi corazón, cuando vi su carita morena debajo de ese sombrero de palma. Me parece que ese es el verdadero México. Admiro mucho a ese niño de huaraches, porque sabe más que yo, él es bilingüe, yo no, y tuve el gran privilegio de entregarle su reconocimiento.

Luego hubo una ceremonia en el patio central, con música de tambores y sonajas y finalmente se inauguró la muestra con una pequeña ofrenda.

Mi admiración completa a Acaxochitlán, a su gente, a sus costumbres, a sus promotores y para aquellos que no se ponen una indumentaria indígena para verse bien en un evento, que se da de vez en cuando, sino para los que usan esa ropa colorida y hermosa porque es su modo de vida.

De verdad gracias, aprendí mucho aunque confieso que me siento muy avergonzado y triste por no dominar nuestras bellas lenguas de México.

2 comentarios:

Ketzalli Torres dijo...

Hola, he leido tu post y me gustaría aclarar que el nombre de la maestra es Olga, no Gloria. Muchas gracias y qué bueno que estuviste ahí.

Unknown dijo...

Hola Ketzalli, muchas gracias por la aclaración, ya corregí el error, te agradezco el detalle y muchos saludos.