La indumentaria exterior de
los dignatarios que celebran ceremonias religiosas, es muy importante por que
al vestir las prendas y accesorios creados para ese fin, éstos le dan al
celebrante, por un lado, la calidad de representante de la divinidad en la
tierra, y por otro, le permite mostrar la jerarquía que goza dentro de la estructura
de la Iglesia.
En casi todas las religiones
de las diferentes culturas del mundo, el oficiante se viste con un atavío especial
que incluso podríamos considerar sagrado, cuando celebra sus ceremonias.
Dentro del mundo católico
existen muchas prendas que completan este proceso de transformación, como en el
caso de las albas que portan algunos ministros de culto.
No obstante, destacamos
ahora una prenda maravillosa y muy antigua, conocida como dalmática, la cual se
empezó a utilizar en Roma desde el siglo IV, de ahí extendió su popularidad a
otros países y finalmente llegó a América.
Se trata de una vestidura
litúrgica y festiva que se usa por los obispos o diáconos en misas solemnes, en
procesiones, o en otras fiestas que determina la Iglesia.
Es una túnica abierta por
ambos lados que en ocasiones se sujetaba con un cinto o galón, éste junto al
collarín fueron dos accesorios que después se perdieron en las dalmáticas. Al
principio eran blancas pero poco a poco los artistas y diseñadores textiles
comenzaron a confeccionar verdaderas obras de arte a las que le agregaron
motivos decorativos como borlas y dibujos muy complicados hechos en hilo de oro
o de algún otro metal precioso o muy llamativo.
Las telas también han
cambiado pues del lino original, se pasó a la seda o lana. En algunos casos,
las aberturas laterales también llegaban a las mangas con la única finalidad
que fuera una prenda más cómoda que incluso se podía vestir sobre una casulla.
Sin embargo, no siempre tuvieron esa amplitud, en Italia en el siglo XIV la
dalmática tenía una medida fija que era de 120 centímetros, que luego bajó a
100 y luego a 90 centímetros.
Al igual que las casullas,
las dalmáticas se usan dependiendo de su color, específicamente la roja, morada
o blanca, se emplean en las celebraciones del calendario católico, como Semana
Santa, Cuaresma y Navidad.
El Centro INAH Hidalgo se
complace en presentar estas prendas de gran trabajo y belleza que se encuentran
dentro del acervo del ex convento de San Miguel de Acatlán, Hidalgo y que por primera vez son exhibidas fuera de
su recinto.
En ellas vemos una combinación de colores y de hermosos diseños geométricos. En la primera tenemos que sobresale el púrpura sobre amarillo. El sabor del tiempo ha hecho que algunos colores adquieran matices muy interesantes. Tiene figuras geométricas elegantemente trazadas. En la parte inferior destaca un escudo agustino, es decir un corazón atravesado por tres flechas que representan el amor a Dios, el amor a uno mismo y el amor al prójimo, encima se aprecia un sombrero agustino verde con borlas que es otro símbolo de esa orden mendicante, tiene remates de una flor parecida a la de Lis. La parte trasera de la dalmática es similar a la delantera.
La otra dalmática ostenta en
la parte superior un blanco grabado, encima de ellos se ven tres figuras de
color rojo; en la parte inferior se aprecia una bella figura de San Pedro con
su característica llave. Se distinguen muchos motivos geométricos y florales.
Esta singular pieza tiene en el reverso una figura distinta al anverso, se
trata de una muy hermosa Santa Teresa
que porta en la mano izquierda un crucifijo. Las tonalidades amarillas y verdes
le dan un encanto especial.
Probablemente estas dalmáticas
corresponden en temporalidad a finales del siglo XVIII o principios del XIX.
La exposición está abierta
hasta el 23 de julio de martes a domingo de 10:00 a 18:00 horas. La entrada es libre.
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