“Daniel vuela en avión esta noche…” Es un fragmento de una muy
hermosa canción interpretada por Elton John que fue publicada en 1973. Toda la
letra es muy bella y tiene toda una historia, con rumores tardíos y equivocados,-obviamente-,
pues la opinión social a veces es dura y muy prejuiciosa.
Sin embargo, este primer parlamento me refiere casi en
automático a Daniel Ávila Ramírez, una personalidad verdaderamente mágica y muy
querida en su barrio: Cubitos. Tengo pocos recuerdos, algunos muy vagos y de
todos modos quiero compartir de manera muy objetiva mi impresión.
Un hombre trabajador, inquieto, con mucha iniciativa,
amante del rey de los deportes, líder entre sus amigos que tenía y que no eran
pocos, (desde luego que me triplica o más), creativo, muy inteligente, y con
carisma, entre muchas otras virtudes. Un ser humano finalmente, con defectos,
errores y debilidades. Y con grandes aciertos.
Quiero destacar muchas de las actividades que yo de
adolescente me enteré de viva voz, o mejor, muchas de ellas que yo mismo viví y
que me constan. Daniel como emprendedor, joven y con algunas ideas, tuvo la
fortuna de conocer en su proyecto de vida a otros entusiastas que lograron
muchas cosas coincidentes que con sólo con dos pesos en el bolsillo, muchos
sueños en la mente y grandes pasiones en el corazón, realizaron aventuras
verdaderas, insospechadas.
Por lo pronto fundaron una estación de radio colonial que consistió
en poner bocinas en la calle en la que ponían y dedicaban canciones, luego
construyeron un cohete espacial que no se elevó como se esperaba. Quizá el acto
más importante y trascendente fue la fundación de una entrañable asociación que
persiste todavía de alguna forma: El Club Deportivo y Artístico Cubitos. (Me
hicieron un homenaje en vida, muchas gracias), Yo vi fotos del día que pusieron
la primera piedra, pues se pensaba contar con edificio propio para las
sesiones. Yo asistí a algunas de estas “Juntas”, como ellos le llamaban.
Recuerdo los festivales del diez de mayo que se celebraban en
el sindicato de electricistas o en la explanada del jardín de la colonia. Una
vez yo participé en uno de ellos vestido de payaso donde hice una rutina no muy
aplaudida.
Organizaron un desfile el día del niño o de Reyes, no sé, donde
muchos nos disfrazamos de diferentes personajes del mundo infantil, recuerdo
que pasé varias noches haciendo mi mascarón, pues mi disfraz era de Piolín.
Primero inflamos un gran globo y luego le pegábamos periódico, hasta darle la
forma.
También yo fui extra en una película del tipo western que
filmaron en los jales, -ahora Tecnológico de Monterrey-, y en la ex hacienda de
Chavarría. También filmaron una de luchadores que tuve la oportunidad de ver, se
llamaba “El Rayo de Cubitos”, Daniel Ávila fue el argumentista y el actor
principal.
Hubo otros proyectos fallidos, pero también hubo otros, demasiado exitosos, los cuales trascendieron a nivel ciudad e incluso estatal, uno fue por un lado, las famosas luminarias de año nuevo que se prendían en el cerro de Cubitos, yo participé también en esos trabajos, (en la recolección de estopa y demás materiales y en la colocación y prenda de las antorchas) y por otra parte y sin duda el más trascendente es el famosísimo Vía Crucis de Cubitos donde nuevamente Daniel Ávila, fue el impulsor de la idea, pues yo mismo vi en una junta que los organizadores así lo reconocieron, de hecho y al parecer, existe una placa en la cruz del cerro, donde se explica quiénes son los iniciadores, Daniel personificó durante muchos años a Poncio Pilatos. Yo participé alguna vez como romano. ¡Qué cruel!
Rubro especial merece su afición al béisbol, del cual fue
jugador, manager y promotor. Estuvo en diferentes equipos, (Era bateador
ambidiestro), yo recuerdo al “Jaibos”, porque a mí me mandaba como
representante a las juntas de los lunes que se celebraban a las ocho de la
noche, mismas que eran organizadas semanalmente por la Asociación de Béisbol de
Hidalgo. Se hacían en el gimnasio Miguel Alemán. ¡Ahí se oía cada cosa, qué
bueno! Yo llevaba el score cuando el equipo jugaba y también participé en los
desfiles de inauguración de temporada y hasta en los juegos chuscos que se
hacían por tal motivo. Una vez en cierta pulcata, encontré a Andrés Molina,
quien al enterarse que yo era hijo de Daniel, me confesó que él era un tímido
jugador, pero en un momento crucial, Daniel, su manager, lo metió de bateador
emergente, ¡y pegó de jonrón! Es el escultor de la figura emblemática del museo del béisbol que está en Pachuquilla.
Ese fue Daniel Ávila Ramírez, escritor de argumentos,
canciones, frases (la que recuerdo es esa de “Maltrátame si quieres, al fin soy
tuyo”), padre que dio tanto por sus hijos, amigo a más, maestro de su oficio de
estructuras metálicas de muchos aprendices, en los cuales también me incluyo yo.
Participó en una obra que se llamó el “Regimiento Loco”. Organizó
la “Carrera del mandado” con señoras de la colonia, organizó varios cuadrangulares
de béisbol, escribió tres obras de teatro:
“Un mundo mejor”, “La sirvienta “y “El Periodiquero”. Escribió varias
canciones, entre ellas una a Pachuca que se llama "Mi tierra" y
otra a la Virgen de Guadalupe. También escribió diferentes poemas y siempre le
hacía calaveras a todos sus amigos. Organizó desfiles del Día de Brujas.
Hay muchas anécdotas que contar y sólo comento dos: Yo estudié
la primaria desde segundo año en Toluca, mi mamá me llevó a vivir allá. Alguna
vez me subí en un camión, y por acaso dos señores iban platicando sobre el
“Segueta” (Una herramienta para cortar hierro), que vivía en Cubitos de Pachuca,
me sorprendió mucho pero hablaron bien de él, tan conocido era. Hablaban de
Daniel Ávila, de verdad me asombró su trascendencia y me sentí orgulloso y
feliz de lo lejos que ha llegado su nombre. Otra, fue, cuando en una fiesta en
el taller, un lugar grande donde se festeja todo tipo de cosas, porque los
cubitenses tenemos fama de celebradores; ahí encontré y me dijo salud un
borrachín, (yo soy más borrachín que él), me dijo, sin conocerme, (en realidad
poca gente de ahora en la colonia me conoce), dijo “Hola, yo soy amigo del
dueño de la casa, de Daniel, y de la fiesta por eso me siento como en mi casa,
¿y tú quién eres?” Le dije: “yo sólo soy su hijo”.
Pero como dije, soy muy objetivo (Por mi formación) y ahora
les digo, sin asustar, él en realidad se llamaba Emilio, no Daniel y yo como
historiador lo tengo documentado. Mi admiración
profunda, mi agradecimiento por la herencia genética, y mi cariño. Yo sólo creo
en Dios, en Dios y en mi madre Concepción la loca, y nada más.
Hermana: todos los nombres que terminan en "el", son ángeles 3/09/1937-25/08/2017
3 comentarios:
Después de leer éste honroso paseo de la vida creativa de Daniel Ávila, estoy de acuerdo en el dicho "de tal palo tal astilla" y no hay duda que sin ser alumno predilecto sobrepasas al maestro. Palabras acertadas de la trascendencia en la que vivirá por siempre su nombre, y donde esté se sentirá halagado por tan bonitas palabras de quien menos esperaba. Cómo siempre todo lo le das un bello sentido, mi admiración por siempre Doctor Álvaro Ávila
Las historias de vida de quienes nos heredan un poco de sí, en genética o en experiencias son siempre dignas de escribirse para que la posteridad les rinda honores como lo hacemos nosotros cada día con un recuerdo que no se pierde. La noble labor del escritor se ennoblece más aún cuando reconoce sus raíces, su gente y su herencia.
Un abrazo a Don Daniel con el agradecimiento de que haya dejado una semilla para un escritor que crece con cada año y que aún es capaz, como pocos, de expresar su sentir en la invención maravillosa que es la palabra escrita. Un abrazo. Tu amiga siempre. EHR
Don Daniel es, sin duda alguna, pieza fundamental de los maravillosos recuerdos de mi niñez, adolescencia, juventud y edad adulta. Tantas anécdotas compartidas con él y su gran familia.... Mi admiración y respeto por siempre!!!
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