15 de septiembre de 2010

CENTENARIO DEL RELOJ MONUMENTAL DE PACHUCA

¡Feliz cumpleaños, muchos días de estos!
La gente que vive en ciudades con generoso patrimonio cultural arquitectónico, es decir: bellos, importantes e impresionantes monumentos coloniales, artísticos y hasta modernos, por la misma densidad y cantidad, me da la impresión que no pueden apreciar en todo lo que vale su riqueza urbana. En cambio en las ciudades pequeñas como Pachuca, que sólo tiene un puñado de estos edificios, por lo mismo, sus habitantes valoramos mucho más en todo lo que cabe, su esplendor cuando lo hay.

El Reloj Monumental es acaso, el más representativo de todos ellos. Construido en una plaza recientemente remodelada y que se ve preciosa con el cableado oculto.

Yo agradezco mucho, por ejemplo, como quedó la calle Matamoros, está irreconocible con sus poquitos edificios antiguos, aunque la mosca en el arroz es el horrendo edificio de la CFE, un verdadero engendro que no sé como permitieron las autoridades que tuviera esa fachada de cristal que desentona por todos lados con su entorno. Me parece que, junto a la publicidad, el inmueble de la Comisión Federal de Electricidad, es una verdadera contaminación y agresión visual. Creo que en este sentido, hace falta más trabajo del INAH y del Gobierno del Estado para contar con un verdadero Centro Histórico de altura.Y por otro, que mal está asesorado el gobierno panista. Aparte de todo, creo que deberían cuidar el buen gusto.

La torre del Reloj se asentó en la antigua plaza de toros del Real de Minas, según el único mapa de la época colonial. Luego se llamó de las Diligencias, pues hasta aquí llegaban los carruajes que transportaban personas, y aunque no es la primera plaza de la ciudad, pronto se convirtió en la más importante.
La soprano Gladys cantando POR UN AMOR
Fueron mineros ingleses los que propusieron a principios de siglo XX al entonces gobernador Francisco Valenzuela, la edificación de un inmueble que no solo fuera de ornato, estéticamente hablando, sino de utilidad pública, pues en ese tiempo solo los adinerados podían traer un reloj de bolsillo, en tanto que la población en general, sólo calculaba la hora por los movimientos solares. La torre, se dijo, sería escenario para una plaza de conciertos musicales. El proyectó se aprobó en 1904 y tras algunos contratiempos, finalmente la grandiosa obra fue concluida y se aprovechó para que fuera el edificio conmemorativo del Centenario del inicio de la lucha de Independencia de México.

El edificio de estilo neoclásico tiene en su remate ocho campanas que entonaron el Himno Nacional Mexicano, el día de su inauguración.

Somos pocos los afortunados
que vivimos esta fiesta
El diseño fue del arquitecto Tomás Cordero y la construcción estuvo a cargo de los ingenieros Francisco Hernández y Luis Carreón. El material usado fue cantera blanca traída de las minas de Tezoantla. Es notable decir que el sistema constructivo fue el de embone, es decir una pieza de cantera horadada se ponía sobre otra con espiga, así se ensambló esa maravilla; para tan supremo esfuerzo, trabajaron alrededor de 70 canteros entre ellos los hermanos Hernández Baldovino, quienes además esculpieron las encantadoras acroteras. La maquinaria se trajo desde Londres y se fabricó en el mismo sitio donde nació el también famoso Big Ben. Tiene cuatro esculturas femeninas realizadas con mármol de Carrara, Italia que representan el Inicio y la Consumación de la Independencia, las Leyes de Reforma y la Constitución juarista de 1857

A finales de 2007 se comenzó a trabajar en la restauración del monumento, tanto en el cuerpo como en la cúpula de cobre, ennegrecida por causas naturales. Para ello se formó un Comité y los trabajos fueron encabezados por el Doctor Benito Artigas a quien tengo el gusto de conocer personalmente, pues lo invité a uno de los Coloquios sobre Conventos Hidalguenses del Siglo XVI, que tuve la dicha de coordinar. El costo de la restauración fue de más de once millones de pesos que fueron aportados por la comunidad, algunos benefactores y desde luego el Gobierno del Estado. Tuve el privilegio de subir al andamio y tocar, aunque estaba prohibido, las piezas más altas de nuestra construcción emblemática, en diciembre de 2007.Cuando subí al Reloj .

Gracias por todos los momentos en que me has acompañado

El hermoso monumento ha marcado minuto a minuto la historia de Pachuca en los últimos cien años, ha sido testigo de revueltas, conmemoraciones, alegría y tristezas de los que vivimos en esta tan amada ciudad. Han subido a su torre los Hombres Mosca, han desfilado a sus alrededores escuelas y gremios de trabajadores. Ha soportado embates climatológicos como las inundaciones de las cuales la más recordada es la de 1945, las balas de los muchos grupos armados (se dice que tiene más de 200 impactos), la indiferencia de algunos y los grafittis de jóvenes incultos que no tienen el más mínimo respeto a la parte objetual que nos da identidad y orgullo por el pasado y presente de Tuzópolis (yo inventé el término, a ver si pega).

Lo cierto es que nuestro edificio es de lo poco que las grandes riquezas metalúrgicas que tuvo el pródigo subsuelo del distrito minero, recompensaron a la ciudad. En cada piedra podemos sentir el sudor y sufrimiento de los mineros, el amor de los ciudadanos y la admiración de nuestros visitantes, pues nuestro monumento es objeto de una obligada toma fotográfica para los que no radican en la ciudad de los vientos mexicana.
Por cierto ¿cuántas veces habrán luchado nuestras campanas del Reloj, contra el aire, sobre todo vespertino que seguido se deja sentir en el Real y Minas de Nuestra Señora de la Asunción de Pachuca?

No lo sabemos, pero de lo que si nos podemos sentir plenamente henchidos de orgullo, es que nuestro Reloj cumplió cien años y que hubo un acto para recordar el hecho. ¡Qué felicidad para los que estuvimos en este momento de celebración!

Siempre vivirás en el cielo de México

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