20 de mayo de 2016

UN LAGO DE AGUA


Las nuevas tendencias interpretativas sobre la visita museal, no reposan como antes y del todo, en las colecciones, éstas ya no son la cereza del pastel, ni el jonrón del partido, ahora se cree que más que el acervo o contenidos, la verdadera riqueza de un museo, está en las experiencias que se puede llevar el visitante. Prácticas que se viven a través del mundo sensorial y del conocimiento. El museo es un rincón que nos permea, a través del saber y el goce estético: toda una experiencia. Cuando se sale de un recinto museístico, uno ya no es el mismo respecto de cuando entró.

Creo que debiera utilizarse esta misma analogía con las relaciones humanas. Me explico: lo que verdaderamente se lleva uno de cada instante, sueño, deseo o dolor, no son las cosas. Uno como coleccionista, (es mi caso específico), no debe sentir regocijo por poseer bienes, finalmente son objetos que se quedan por un tiempo más que sus dueños, aunque al final también se vayan. Lo que verdaderamente importa es el uso y la elucidación. El plus de los objetos coleccionables resguardados en archivos, bibliotecas, discotecas o museos, es el don de la compartición. Disfrutar con otro que participa de tus mismos gustos es disfrutarlo doblemente. En caso contrario, no tiene sentido la acumulación de objetos ni de ideas.

Así, estar enamorado y después de salir o que te corran de ese recinto, no significa tirar a la basura los recuerdos. Esos memories que a veces te haces reír y muchas más llorar, no tienen por qué arrojarse al bote de basura tan enojadamente. Yo por ejemplo, tardo mucho en deshacerme de las fotos, pues estas representan  momentos burlones que pretenden distraer al tiempo. En ellas se atrapan instantes caprichosos mil veces involuntarios. Pero todo queda registrado en una imagen. Ciertamente a veces sirven de escapulario para un moribundo. Y otras tantas logran una sonrisa, para uno que está en proceso de llegar a serlo. Es nuestra vida y generaciones posteriores la verán con un sentido arqueológico, científico,  y acaso, con algo de extrañamiento.

Con los poemas pasa lo mismo, aquí un ejemplo:

Pozo del placer que tanta agua diste a otros sedientos, antes que a mí. Tu boca -que es el gran Templo de las Diosas- y tus momentos mágicos, que me prestaste momentáneamente y que ahora me arrebatas sin compasión y con toda la fuerza del karma, fueron uno de los mejores aprendizajes de mi vida. Te amo “, ¿Ya viste que yo soy más Cristalito que tú?  Te amo. Te amo mi amor. Como el agua del lago helado, ella no siente nada por mí, pero me hace feliz.

1 comentario:

Bertha Badillo dijo...

Combinación de Historiador y Poeta